Invitado La corrección política produce monstruos
tuvieron el buen juicio de no suspender el debate, como tantas veces ha ocurrido ante la denuncia de alguno de esos estudiantes tan intransigentemente cándidos, pero se esforzaron de forma ridícula para contentar al lobby de la corrección política: crearon un safe space, es decir, un “espacio seguro” donde cualquiera que se sintiera aturdido por las ideas expuestas pudiera cobijarse. Ese espacio, según relató Shulevitz, resultaba de lo más surrealista: música relajante, cojines, caramelos y galletas, juegos de plastilina y cuadernos para colorear. Por si os habéis perdido: no se trataba del jardín de infancia Brown, se trataba de la Brown University, una de las más santiguas de Estados Unidos.
Es un capítulo más que ilustra esa fiebre naif de la corrección política que se ha instalado en Occidente hasta convertirse en una nueva forma de censura y oscurantismo. En un interesantísimo y certero artículo titulado “¿Tendrá razón Clint Eastwood? Hacia una sociedad adolescente”, el director de opinión de Voz Pópuli, Javier Benegas, y el profesor Juan M. Blanco, ad- vierten: “En su esfuerzo por hacer sentir a todos los estudiantes cómodos y seguros, a salvo de cualquier potencial shock, las universidades están sacrificando la credibilidad y el rigor del discurso intelectual, reemplazando la lógica por la emoción y la razón por la ignorancia. En definitiva, están impidiendo que sus alumnos maduren”.
Aunque cuente con una incontable legión de mojigatos a su servicio, la corrección política va más allá de ser un mero ejercicio de mojigatería. El fin último de cualquier forma de censura no es otro que neutralizar las ideas que se oponen al sistema. Benegas y Blanco inciden, además, en lo absurdo de la political correctness: resulta del todo ineficaz para afrontar esas cuestiones que aparentemente pretende resolver, esto es, la discriminación, la injusticia, la maldad… “No es más que un recurso típico de mentes superficiales que, ante la dificultad de abor- dar los problemas, la fatiga que implica transformar el mundo, optan por cambiar simplemente las palabras, por sustituir el cambio real por el lingüístico”, señalan.
El pensamiento infantil que envuelve lo políticamente correcto cree que el monstruo desaparecerá con solo cerrar los ojos. Pero resulta que no. Resulta que el inconsciente colectivo desea obscenamente reventar las costuras de la corrección política. Es algo de lo más freudiano y, cuando la venda cae de los ojos, se ha producido un ejercicio de exorcismo político inverso: Donald Trump es el presidente de Estados Unidos, el Ku Klux Klan quema unas cruces para celebrarlo, Otegui quiere ser Nelson Mandela y Marine Le Pen está cada vez más cerca de asaltar los cielos elíseos.
Quizá Clint Eastwood tuviese razón. Quizá todo el mundo se está hartando de la corrección política y del peloteo
Luz Ernestina Mejía P.
as elecciones generales serán legalidad contra ilegalidad, vergüenza contra dinero. Será una contienda electoral fiera como desigual: la candidatura inconstitucional del Presidente de la República, con recursos inagotables para el culto a su personalidad y la candidatura por las libertades públicas, la justicia, la paz y el desarrollo, que deberá enfrentarla y triunfar. La aspiración presidencial por la reelección, considerada invencible, no lo sería si la institucionalidad se rectifica; o si surge una candidatura presidencial que conquiste el aval del sector mayoritario que es el de los independientes, del liberalismo todo, de las fracciones invisibles, inconformes del Partido Nacional, sin soslayar las de otros partidos, aún en busca de liderazgo ético, visionario y contundente.
Entre fuertes aspirantes presidenciales, Gabriela Núñez es la única que reuniría todos los requisitos. No es tiempo de experimentar con facultades y honestidades que son un albur. Su conocimiento, experiencia y honradez están probados con el manejo claro del presupuesto de la nación. De haber continuado en el Banco Central no hubieran sacado millones en carretillas. Cada paso en su vida pública lo ha dado bien. Si la bruma que pudiera vérsele es la de acatar la orden de la autoridad partidaria y de los autoerigidos sus accionistas, con la bancada liberal para ceder el Poder Legislativo al absolutismo del grupo dominante del Partido Nacional. Gabriela Núñez de Presidenta del Congreso Nacional nunca hubiera permitido un golpe de Estado al Poder Judicial como fue la defenestración de cuatro magistrados de la Sala de lo Constitucional. Ni estaríamos en la inestabilidad jurídica, social y, por ende, económica en la que nos tiene sumidos este gobierno. Gabriela Núñez es la mejor. Para trabajar, conciliarnos y recuperar el Estado de derecho. Carácter, gerencia eficiente y preparación le dan la idoneidad.
Pero este 12 de marzo solo del liberalismo depende.
¡A votar!
Aunque cuente con una incontable legión de mojigatos a su servicio, la corrección política va más allá de ser un mero ejercicio de mojigatería”.
“El pensamiento infantil que envuelve lo políticamente correcto cree que el monstruo desaparecerá con solo cerrar los ojos. Pero resulta que no”.