Motores
Dele larga vida al turbocompresor de su automóvil
Ante la excesiva demanda de rendimiento y potenciación, la mayoría de los motores diésel que montan los automotores de nueva generación cuentan con un turbocompresor.
De acuerdo con Jesús Álvarez, jefe de taller Toyoservicios, los motores equipados con sobrealimentación por turbocompresor constan, en su forma básica, de una turbina que gira gracias a los gases de escape y de un compresor, encargado de tomar el aire que proviene del filtro e introducirlo en los cilindros a presión.
Estos componentes están unidos por medio de un eje sobrealimentado. Su función básicamente es comprimir el aire para poder inyectarle más en cada ciclo al motor y así aumentar su rendimiento y potencia.
Precaución
Una rotura de turbocompresor, sin olvidar que puede provocar daños mayores a todo el conjunto mecánico, suele implicar facturas elevadas: 60 mil lempiras, sin contar la mano de obra. Se recomienda comprobar el nivel de aceite en intervalos regulares (2,500 kilómetros recorridos) ya que el motor consume aceite y al quedarse sin líquido lubricante podrían sufrirse daños irreversibles en su estructura.
En cuanto a los filtros, son los que impiden que las impurezas y residuos del aceite entren en nuestra ajustada mecánica, así que sobra decir que deben ser sopleteados o reemplazados cada 20 mil kilómetros. Del lado de la conducción, al arrancar deje el vehículo al menos un minuto al ralentí. El turbocompresor necesita lubricación, debe esperar a que coja un poco de temperatura y que el aceite bañe sus componentes.
En frío siempre es recomendable no subir de 2,000 rpm y pisar con tacto el acelerador. No hacerlo y forzar el motor provocará que se reduzca su durabilidad