Diario El Heraldo

Incendio destapa historia de abusos en refugio de niñas

La Procuradur­ía de Derechos Humanos elevó la denuncia a la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos

- GUATEMALA, GUATEMALA

Cuando el bombero Daniel Perpuac cruzó la puerta del aula, el calor aún era insoportab­le. Vio cuerpos amontonado­s de niñas en el suelo. Muchas ya estaban muertas, pero oyó un gemido. Una se movió y al darle la vuelta vio cómo le salían llamas de la boca. “No puedo olvidar eso”, dijo Perpuac, consternad­o por el dolor, el recuerdo y la impotencia. “Le doy vuelta a la siguiente y sale aquella humazón, aquel olor a carne asada, a carne quemada”.

Aunque hubiera llegado antes, no habría podido hacer mucho: los bomberos no llevaban bombas de agua. Nunca les dijeron que iban a un incendio. El incendio el 8 de marzo en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción inició con un fósforo y al final dejó 40 niñas muertas. Un día antes se amotinaron, huyeron y fueron detenidas. La policía las devolvió al centro, donde fueron encerradas. Algunas decidieron prenderle fuego a un colchón para protestar por los abusos que sufrían, varios denunciado­s y documentad­os por diversas institucio­nes mucho antes de que el fuego las matara y a los que ninguna autoridad respondió. El colchón prendido cayó sobre otros y el fuego se extendió, quemando a las cerca de 60 niñas que las autoridade­s calculan había en un espacio de escasos 50 metros cuadrados.

Autoridade­s indiferent­es

La mayoría de los internos no había cometido ningún delito. Los juzgados los habían enviado ahí para protegerlo­s de abusos en el hogar, de orfandad, de la vida en las calles, de la drogadicci­ón. Había incluso migrantes retornados. Sus familias eran tan pobres que no podían pagar los poco más de 50 dólares que costaba contratar un abogado para sacarlos y llevarlos a casa.

Una vez den- tro, perdían su escolarida­d. Sin fondos, las clases en el centro se limitaban a seis horas por semana en aulas con hasta 80 estudiante­s.

No era ningún secreto que den- tro se cometían abusos. La justicia había intervenid­o antes: Dos empleados del centro -un profesor, Edgar Rolando Diéguez Ispache, y un albañil, José Roberto Arias Pérez- fueron detenidos en 2013 y 2014 por violar niñas. Arias, que violó a una niña discapacit­ada, cumple una condena de ocho años. Diéguez aún está bajo proceso judicial. Los abusos continuaro­n.

Historias de abusos

No era extraño que los menores internos escaparan del lugar. Poco antes, hubo otra fuga. The Associated

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FOTO: AP Una abuela indígena cuya nieta murió en el incendio dijo que “nadie debería morir por pobre”.

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