En defensa propia
La violencia de las maras, pandillas, crimen organizado y delincuentes comunes nos tiene sumidos en la inseguridad, enfermos de miedo, con cuadros de ansiedad y depresión, como ya lo han dicho en varias oportunidades algunos especialistas del Mario Mendoza. A la mayoría, que no tiene guardaespaldas, ni anda en caravanas, en carros blindados, no le queda de otra que tomar las precauciones posibles para no ser víctima de un ladrón o de un sicario. No andar en la calle a altas horas de la noche, caminar de prisa para no tentar a nadie, no usar el celular en lugares públicos, evitar algunos medios de transporte considerados inseguros son algunas de las medidas. Sin embargo, cuando toca, toca, como dice la gente popularmente. Pero hemos visto también casos de ciudadanos que reaccionan contra los delincuentes y criminales. Hace unos días conocimos de un hombre que le tiró el carro a dos sujetos en moto que lo iban persiguiendo y disparándole, tal acción le salvó la vida. Y así han trascendido historias de pasajeros que han frustrado el asalto en un bus o de pobladores que le dan una golpiza a un ladrón. Todos tenemos el derecho, la obligación más bien, de proteger nuestra vida, de defendernos ante cualquier amenaza. Pero no es así como deberían funcionar las cosas. Deberían ser las autoridades las que cumplan con su cometido de garantizar la vida y la seguridad de las personas y cuidar de sus bienes. Pero mientras eso no ocurra probablemente irán aumentando los actos desesperados y heroicos de quienes son abordados por maleantes que van por lana, pero salen trasquilados. Rosa Mejía CIUDADANA