Crimen ecológico
Eran las 7:00 de la noche del recién pasado miércoles cuando los fuertes vientos arrastraron las llamas que consumían la parte baja del bosque de El Hatillo hacia la zona alta.
Según los vecinos, fue en un abrir y cerrar de ojos que el fuego llegó a inmediaciones de varias viviendas.
“En la noche, el incendio parecía un infierno”, aseguró Fredy Coello, uno de los pobladores del sector,
mientras mostraba las cenizas que dejó el siniestro a escasos metros de su hogar.
Los incendios en esta zona, para esta temporada, son frecuentes, pero han sido escasos los que llegan a desencadenar el daño ecológico como sucedió en la actualidad.
“Esto es un desastre, es una situación muy complicada, los vecinos con herramientas en mano estábamos combatiendo el incendio, para evitar que este llegara a las casas”, manifestó Coello.
Además, el capitalino aseguró que durante los 45 años que ha vivido en el sector jamás había visto una devastación de tal magnitud como la actual.
La labor de trabajo comunitario se extendió hasta la medianoche, aunque nadie logró dormirse, pues estaban atentos a que el fuego no se reactivara.
“Esto es horrible, no tenemos agua, con estos incendios se nos secan las cuencas. Estos problemas ya no deben seguir en una ciudad donde sufrimos por el agua”, lamentó el entrevistado.
Al conocer que los cuerpos de socorro habían determinado que el siniestro fue provocado, Coello pidió que él o los culpables sean castigados con la cárcel.
“Las personas no deben ser irresponsables de tirar colillas de cigarros en cualquier lado o botellas de vidrio porque esto es lo que ocurre”, expresó. el hatillo
Modesta Matamoros, junto a su familia, se preparaba para asistir al culto en la iglesia de la comunidad.
En ese momento escuchó cómo las ramas secas eran trituradas por las llamas. Era una especie de crujido de la naturaleza que la alarmó.
De inmediato se encargó de alistar varios baldes con agua para sumarse al contingente de vecinos que se armaron de valor y, con lo que tenían a la mano, se dieron a la tarea de apagar el fuego.
“A puro balde con agua evitamos que el fuego llegara hasta las casas”, aseguró Matamoros.
El humo que desprendía la maleza en llamas obligó a varias familias a encerrarse en sus viviendas para evitar un asfixia.
“Nuestra familia estuvo encerrada toda la noche, acá era insoportable el humo”, expresó Miguel Carbajal, residente de la zona. La familia del entrevistado lleva 53 años de residir en la zona alta de El Hatillo. “Un incendio similar se vivió en 1986. Nosotros estamos acostumbrados a la quema de zacateras, las que son sofocadas por los bomberos, pero lo de ayer fue sorprendente”, agregó mientras señalaba parte del daño que produjo el incendio en la zona.
Un muro de unos tres metros de altura evitó que el fuego pasara al patio de la casa que cuida Aquiles Sánchez junto a su esposa e hijo de 11 meses.
“Las llamas sobrepasaron el muro de la vivienda, eran tan altas que con el fuego se despedía una especie de lluvia de brazas”, dijo Sánchez. La altura que alcanzaron las flamas se puede medir, según el poblador, por el daño que generaron en las copas de los elevados pinos que se encuentran dentro de la casa. “Han pasado varios siniestros, pero este fue el que nos llenó de miedo a todos los vecinos, yo no quería salir por mi hijo”, expresó.
Unas semanas atrás, con la llegada de las elevadas temperaturas, los vecinos de El Hatillo se organizaron para hacer rondas-caminos cortafuego. El objetivo del trabajo dentro del área boscosa era prevenir los incendios forestales a inmediaciones de sus residencias.
“Observar las olas de fuego le daba miedo a cualquiera, parecía que nuestras casas se iban a quemar”, expresó Exequiel García, uno de los afectados por el humo y el daño a la zona boscosa que le rodea.
De acuerdo con el vecino, durante una hora trabajaron solos, pero luego llegaron las cuadrillas de los bomberos.