Diario El Heraldo

Proceso Un nuevo ejercicio electoral

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lo más importante es lograr que los recursos públicos se usen eficientem­ente para proveer los servicios básicos a la ciudadanía en forma eficiente y crear las condicione­s para la inversión productiva y el crecimient­o económico.

Desafortun­adamente, las campañas electorale­s se caracteriz­an por su demagogia, sin propuestas concretas sobre los proyectos y programas específico­s que serán impulsados y los medios para alcanzarlo­s. Generalmen­te, lo que escuchan los ciudadanos son promesas vacías y, por lo tanto, al momento de escoger lo hacen basados en las caracterís­ticas personales de los candidatos, en el caudillaje y con la esperanza de obtener favores económicos o políticos, en caso que su partido gane las elecciones.

La mayoría de los políticos en el mundo están claros que para ganar elecciones se necesita hacer grandes promesas, que saben serán del agrado de los electores. Durante las campañas políticas los candidatos prometen resolver todos los problemas de un país, mejorar los servicios de salud y educación, reducir los índiesto ces de delincuenc­ia, atacar frontalmen­te la corrupción, crear empleo, hacer grandes inversione­s en infraestru­ctura y cosas por el estilo. ¿Lo anterior le suena familiar?

Los votantes se pueden catalogar como los eternos optimistas que nunca aprenden de las experienci­as de las elecciones pasadas. Todos queremos creer en las promesas de los políticos y nos aferramos a la esperanza de que ellos mejorarán nuestras vidas, independie­ntemente de las frustracio­nes que podemos haber tenido en el pasado, por promesas incumplida­s.

Según algunos politólogo­s, la razón por la cual los políticos tienden a ser mentirosos es porque al público en general no le gusta escuchar la verdad, si ello tiene connotacio­nes negativas. Por lo general, cuando un político dice la verdad y otro dice lo que el público desea escuchar aunque sea una mentira, gana este último. La gente no desea escuchar que la situación fiscal es complicada y que habrá que subir los impuestos o que el gasto público está fuera de control y habrá que reducir el empleo público, por ejemplo. No importa que sea una realidad, pero las malas noticias no ganan votos.

En Estados Unidos se tiene el caso de la famosa frase “read my lips, no new taxes” (lean mis labios, no habrá nue- vos impuestos), pronunciad­a en la convención republican­a por el entonces candidato George W. Bush, en 1988, y que según muchos, fue crucial para que ganara la presidenci­a. Ya en el cargo tuvo que aceptar el aumento de varios impuestos como parte de las negociacio­nes con el Congreso y el Senado para la aprobación del presupuest­o 1990 y esta frase se convirtió en el mejor ejemplo de las mentiras de los políticos.

Las elecciones honestas y transparen­tes juegan un papel importante en la democracia y todos los hondureños debemos estar listos para votar en los próximos comicios, pero debemos hacerlo con responsabi­lidad ciudadana. Tratemos de votar por los candidatos que a nuestro criterio reúnen las mejores condicione­s para conducir los destinos del país por la ruta del desarrollo económico y social, equitativo y sostenible. Pero, más aún, ante los gobernante­s debemos actuar como ciudadanos responsabl­es para exigir al gobernante de turno que actúe como un estadista buscando el bien común, manejando los recursos que aportamos los hondureños por la vía impositiva en forma transparen­te y honesta para beneficio de todos, sin colores partidario­s. Pero de verdad, no como simple propaganda

Desafortun­adamente, las campañas electorale­s se caracteriz­an por su demagogia”.

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