El Progreso sueña con una nueva final; el León debe apelar a la remontada...
Honduras 4-2 Olimpia Un tremendo Fredixon Elvir puso de rodillas al León, que ocupa ganar por dos para llegar a la final
Honduras jugó su “final” y dejó herido de muerte al mejor de las vueltas, Olimpia, que en el Humberto Micheletti ha mordido el polvo; al final, el 4-2 fue el mejor marcador para un partido digno de las semifinales.
Un doblete de Fredixon Elvir y sendos goles de Jorge el Ñangui Cardona y Carlos Sánchez pusieron de rodillas al León, que ahora deberá ganar por dos de diferencia si quiere llegar a la finalísima.
De poder a poder
Electrizante, el partido que se jugaba en el Humberto Micheletti entregaba emociones de todos los sabores.
Apenas se habían jugado cinco minutos y la globa nos regalaba dos goles. Dos buenos goles. Al minuto 2, una avivada de óscar Salas encontró a la versión más “brasileñizada” de Ever Alvarado que lanzó un latigazo de zurda para el 1-0; en la meta contraria, Donis Escober miraba cómo Fredixon Elvir lustraba su zapato derecho para sentenciar el 2-1 con un tiro libre perfecto al minuto 5.
Cogía oxígeno el equipo de Wilmer Cruz, el Superman que cerraba los ojos cuando Jorge el Ñangui Cardona se apresuraba para definir frente a la puerta blanca en la mitad del tiempo A, pero que abrazaba al alma de su equipo al 43 tras una jugada que nació en Fredixon Elvir (jugaba con más ganas, como siempre lo hace cada vez que se enfrenta a su ex), pasó por la mala marca de Luis Garrido a Jerrel Britto y terminó en los pies del Ñangui, que vacunó a Donis sin pensarlo dos veces.
Olimpia tenía controlado emocionalmente a su rival y a Carlo Costly se le negaba el gol, pero Honduras de El Progreso apelaba a su corazón para dejar claro que en la “Caldera del Diablo” se tiene que sudar sangre para batir a estos “vagos” de barrio que visten de blanco y negro.
Bien controlado Franklin Morales en ofensiva y con un Alex López fuera de sí, jugando otro partido, las acciones fueron orillando a Olimpia a llegar a su objetivo. Ni siquiera se había amarrado los cordones Sandro Cárcamo cuando una corrida del siempre incómodo Michael Chirinos propició una acción confusa: Pastor Martínez llegó a la marca y el pequeño mediapunta del Olimpia salió volando: el señalado arbitraje de Geovanni Mendoza vio penal y Ever Alvarado cambió por gol al 46.
El juego se empataba, pero las emociones no finalizaban.
El local apretó
Sin dar tregua, el partido se iba a donde Olimpia quería. Pero Wilmer Cruz decidió quemar las naves y se fue con todo en busca de la ventaja que ocupaba para soñar en grande.
Y la idea del Pájaro era traducida por Fredixon Elvir, el jugador de la noche. Al 58 combinó con el Ñangui y prendió un derechazo inatajable para Donis Escober, su antiguo compañero en Olimpia que se quedaba como una verdadera estatua de sal.
No conforme con eso, Honduras se lanzó decidido al todo o nada. Y nueva-