Compensaciones
Hace más de un año, en un desayuno en la casa del señor Presidente al cual fuimos gentilmente invitados junto con los doctores Ramón Custodio y Enrique Aguilar Paz, dialogamos con el mandatario, con mucha cordialidad y confianza, alrededor de la zozobra que se cernía sobre el país a raíz de las multitudinarias manifestaciones que se desarrollaban en las principales ciudades. El desayuno tomó varias horas y fue abierto, muy variado en temas, pero siempre respetuoso como deben ser las pláticas entre políticos experimentados. El tema posteriormente abordado fue el de la reelección; se le hizo ver al Presidente que si él, patrióticamente, salía a la palestra pública, desautorizando a los sumisos lisonjeros de costumbre (aquellos chamberos que tiemblan de terror con solo imaginar que llegará el día en que tendrán que abandonar las jugosas remuneraciones del Estado), y reiterándole al pueblo hondureño el juramento que hiciese sobre la Biblia y la Constitución, en su toma de posesión, prometiendo cumplir y hacer cumplir la Carta Magna, se estaría resolviendo, posiblemente, más del 50% de la problemática del país; además, se estarían reafianzando las bases de la constitucionalidad y del Estado de derecho. Resultado: cero, no hubo oídos ni conciencia ciudadana. Triunfó (aparentemente) el virus eterno del irrespeto a la ley; ese irrespeto cuyo resultado único ha sido mantenernos a la zaga del mundo desarrollado. Simultáneamente, al compás del sonido de los vasos de agua y jugo de naranja al rozarse unos con otros en el transcurrir del desayuno, se podía percibir en la lejanía el sonido tenue, casi imperceptible pero aterrador, de la maquinaria “engrasada” del
“Triunfó (aparentemente) el virus eterno del irrespeto a la ley”.
antipatriotismo y del irrespeto a la institucionalidad; en los pasillos de nuestra Corte Suprema, Casa Presidencial, Fiscalía y Tribunal de Elecciones, Congreso Nacional y Palacio Azul del Obelisco se podían percibir las risas socarronas y las carcajadas ofensivas de los que fraguaban sin lástima el asesinato de nuestra Constitución. Gracias a Dios que existe el artículo 375 y que como dice el gran Buda: “En la tierra no hay premios ni castigos, solo compensaciones; actúa mal y la vida te compensará de igual manera”. Los delitos de lesa patria son imprescriptibles. Mientras tanto y siempre, que Dios salve a nuestra amada patria