“Madre, tené una rosa, en la tarde te voy a traer una sorpresa...”
Un joven de 15 años perdió la vida ayer en la capital tras el impacto que recibió en su cabeza al caerse de un camión cisterna en el que laboraba para ganar dinero y comprarle un regalo a su mamá en el Día de la Madre
“Madre, tené una rosa, en la tarde te voy a traer una sorpresa porque hoy es el Día de la Madre; dormí, mamá, hoy te toca descansar”, recordó con un nudo en la garganta y con su corazón destrozado doña Miriam López Vásquez, las últimas palabras que le dijo su hijo mayor.
César Eduardo Molina, de 15 años de edad, perdió la vida ayer al soltarse de una cisterna de agua en la que trabajaba como ayudante.
El amor a su mamá lo motivaba a trabajar con esmero para obsequiarle un regalo en el Día de la Madre. Sin embargo, fue el propio oficio que realizaba el que le causó la muerte al adolescente, quien en junio iba a cumplir 16 años.
Ayer, el menor se levantó muy temprano para alistarse para ir a trabajar y antes de salir de su casa habló con su madre por última vez. El joven partió a sus labores a las 4:00 de la mañana, el vehículo pasó a traerlo, mientras su madre continuó descansando.
“Yo fui a su casa (a la del dueño de la cisterna) y le dije que no le diera trabajo porque yo sabía que es menor de edad y no podía andar trabajando, pero ellos siempre pasaban por mi casa porque yo me iba a trabajar”, relató la madre adolorida.
Como era costumbre, el joven se fue guindado en la parte de atrás del vehículo que transporta agua, y que no tiene las condiciones adecuadas para sujetarse.
A la altura de Ciudad Lempira de la capital el menor no resistió y se soltó. El brutal impacto que recibió en su cabeza le produjo instantáneamente la muerte, quedando tendido en el pavimento. El hecho se produjo en horas de la mañana y cuando la madre llegó a la escena al ver el cuerpo de su hijo rompió en llanto.
Luchador
El joven laboraba los fines de semana como ayudante de las cisternas que venden agua a las colonias de la capital. él recibía un pago de 50 lempiras por cada viaje que hacían en el día.
Aparte de trabajar, el joven estaba estudiando en el Instituto Japón, donde cursaba el primer año de Bachillerato en Humanidades y Artes.
La familia vivía en la colonia Nueva Jerusalén de la capital y él trabajaba para ayudar a su madre y a sus hermanos menores con los gastos del hogar.
La señora laboraba en el área de lavandería del Hospital San Felipe. “Hoy tenía libre y entonces él se levantó y le dije no vas a ir a trabajar, pero me quedé dormida, él abrió la puerta, le pasaron pitando, y se fue. Cuando desperté ya no estaba”, afirmó con un gran pesar.
Ella nunca sabrá en qué consistía la sorpresa que su hijo le quería dar, ya que en pleno Día de la Madre tuvo que darle el último adiós