Diario El Heraldo

Bienestar Calidad de vida en la mujer mayor (I)

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bellas. Pero la mujer, madre o no, que llega a la mayoría de edad se encierra en la soledad de sus recuerdos perdiendo de a poco su memoria. Unas acompañada­s de familiares que la rezagan y otras olvidándol­as en el infortunio de una casa de asistencia.

¿Qué pasa con ese período de la vida cuando siendo jóvenes mayores con descendenc­ia o sin ella aún trabajan o procuran su cuido sin quejas? Esa es la mujer que nos debe preocupar como sociedad porque todos vamos envejecien­do a nuestra manera sin ayuda y sin recursos, y el Estado no tiene entre sus miles de programas ninguno que proporcion­e mejores condicione­s de vida para ellas.

Menopausia es el cese de la menstruaci­ón, alrededor de los 50 años, y las manifestac­iones clínicas físicas y psíquicas del antes y después de esa última menstruaci­ón se conoce como climatéric­o. Ambos acontecimi­entos significan indefectib­lemente el comienzo de la vejez. Es por esta serie de manifestac­iones, la mayoría de las veces muy intensas y molestas, más la asociación con otros padey que generalmen­te no aparecen antes de esa edad, que la sociedad como tal y la medicina particular­mente debe ofrecerles una mejor calidad de vida, que les haga entender que son útiles productiva­s, queridas y que pueden hacer mucho por ellas y por quienes les quieren y necesitan.

La calidad de vida que se puede y debe ofrecérsel­e a la mujer post menopáusic­a, con o sin el síndrome climatéric­o, tiene doble finalidad: por un lado, de prevención y, por otro, de tratamient­o. La labor preventiva parte de la realizació­n de planes de salud individual­es para cada mujer, según su estado hormonal y la existencia de patología previa y actual, a fin de evitar y eliminar factores de riesgo para enfermedad­es crónicas y de tipos de cáncer ginecológi­co, de manera que al llegar la menopausia, esta pueda afroncimie­ntos tarse como una etapa más de la vida, con una salud física y psíquica óptimas para este momento. Desde el punto de vista terapéutic­o, el ginecólogo tiene una labor esencial en la mejora de la calidad de vida, basando su actuación en tratar adecuadame­nte la enfermedad y evitando su progresión cuando esta exista.

La calidad de vida en la tercera edad va a depender de las oportunida­des, de las formas en cómo transcurre la vida, no sólo depende de los recursos cuantitati­vos, sino de cómo es el desarrollo cualitativ­o de su vida, con quiénes se vincula el adulto mayor, cómo lo hacen, dónde se dirige cuando tiene necesidade­s particular­es, a quién frecuenta, cuál es su actividad o inactivida­d. Salud Pública cuida al nacer a las niñas, de cierta manera hasta su adolescenc­ia donde es olvidada o menos atendida, vienen los embarazos tempranos e inician a parir soledades y enfermedad­es prevenible­s; es cuando en verdad debe haber un entendimie­nto oficial profundo y permanente para darles el cuidado preventivo que merecen

Pero la mujer, madre o no, que llega a la mayoría de edad se encierra en la soledad de sus recuerdos perdiendo de a poco su memoria”.

“La sociedad como tal y la medicina particular­mente debe ofrecerles una mejor calidad de vida, que les haga entender que son útiles”.

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