Reos fueron trasladados bajo un impenetrable escudo de seguridad
Helicópteros, jeeps artillados, patrullas, barreras de púas y motorizadas fueran parte del despliegue policial y militar que permitió el traslado de los 773 reclusos desde Támara hasta el centro penal de Morocelí, El Paraíso
Los movimientos de seguridad se iniciaron desde la noche del lunes dentro y fuera del Centro Penitenciario Nacional de Támara y en varios puntos estratégicos en el largo trayecto hasta El Pozo II.
El objetivo era evitar incidentes durante la magna operación mediante la que fueron trasladados los 773 privados de libertad a la cárcel de máxima seguridad en Morocelí, El Paraíso.
Desde el portón de ingreso al centro penal en Támara y en el trayecto de los 63 kilómetros hasta llegar a El Pozo II, elementos militares y policiales ejercieron acciones de seguridad constantes.
Tanto en tierra como desde lo alto las medidas de seguridad se tornaron extremas en las zonas del recorrido que realizarían las cuatro expediciones de camiones militares.
Se pudo observar tanques blindados y artillados con ametralladoras M-50 en puntos estratégicos en toda la carretera CA-6, hacia el oriente del país.
Vigilancia aérea
Desde el aire un helicóptero vigilaba el perímetro del centro penal de Támara desde horas tempranas, también equipado con armas de alto poder bélico.
Desde que el primer contingente salió de Támara con rumbo a El Pozo II, la caravana era encabezada por una patrulla de la Dirección Nacional de Vialidad y Transporte (DNVT).
Seguido de ella iban al menos cuatro motorizadas de la Policía Militar del Orden Público (PMOP) y varias patrullas más de este ente armado.
La retaguardia era custodiada también por al menos dos patrullas siempre militares.
El primer anillo de seguridad fue ubicado en el sector de El Durazno, allí dos vehículos completamente artillados cuidaron que el ingreso a la capital estuviera despejado de cualquier peligro.
En los puentes peatonales instalados desde el mismo sector de El Durazno, pasando por el bulevar Fuerzas Armadas, estaban colocados de forma estratégica dos agentes militares en cada uno de ellos.
Los anillos de seguridad eran cada vez más frecuentes, principalmente dentro de la capital.
La vigilancia aérea nunca perdió de vista al grupo que por tierra trasladaba a los 773 reclusos.
Impenetrable
El escudo de seguridad se volvió impenetrable en todo momento, el convoy de carros militares en gran parte del recorrido invadió inclusive el carril contrario para evitar un posible intento de boicot.
Las medidas de seguridad extremas evitaron también que los carros de la prensa pudieran alcanzar el centro de la columna de automotores militares.
Al salir del Distrito Central el dispositivo continuó igual de fuerte.Cada 10 kilómetros, dos militares apostados a la orilla de la carretera ejercían guardia por cualquier percance que se pudiera suscitar.
Después del valle de El Zamorano el mecanismo de seguridad volvió a tener mayor presencia de efectivos militares, ya que se aproximaban a llegar al recinto de máxima seguridad.
Y justamente a un kilómetro antes de llegar, un retén militar impedía el paso de carros particulares para propiciar sin ningún peligro la entrada de los camiones a la cárcel de máxima seguridad El Pozo II