Candidatos Ambición, poder político y las alianzas
de Europa, o el griego Eróstrato, que tenía la ambición de volverse célebre por medio de la destrucción del Templo de Artemisa. Por su parte, el poder político es producto de la interacción humana y antecede al Estado moderno, pues desde antes que este surgiera ya existían personas que desarrollaban actividades políticas para lograr el poder y el ejercicio del mismo. Harold Laski, politólogo inglés, justificó la existencia del poder político como un medio para satisfacer las demandas sociales.
En los tiempos de los reinados, el poder era absoluto, sustentado generalmente por un rey deificado, y con el advenimiento del cristianismo el poder absoluto del monarca se justificó como otorgado por Dios. En las actuales democracias, el poder no es absoluto ya que se ha dividido entre los tres poderes del Estado, como ser el Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Y como manda nuestra Constitución, complementarios e independientes y sin relación de subordinación. En términos ideales, el poder político debe residir en el pueblo, que lo delega en sus representantes elegidos mediante el voto popular por un período de tiempo limitado.
La búsqueda del poder es lo que mueve a los políticos, partidos y coaliciones de derecha, de centro o de izquierda, quienes, en su afán por lograrlo no vacilan en apelar a cualquier artimaña para deslegitimar a los adversarios políticos y para ofrecer el cielo y la tierra a los ciudadanos para así llegar al poder, aunque no tengan la menor intención de cumplir en caso de ser electos.
Desde el punto de vista ciudadano, lo que realmente debe importar es que al desempeñar un cargo público, la ambición política sea acompañada de la sincera voluntad de servicio a la ciudadanía, y el poder sea ejercido con un irrestricto respeto a las reglas de juego y, en especial, la independencia de poderes y los pesos y contrapesos, que son vitales para que exista un marco institucional que evite los abusos a que conduce el poder absoluto.
En estos momentos, los ciudadanos escuchamos y leemos sobre alianzas políticas. Cuando se habla de alian- zas es porque existen ideales, principios y valores compartidos y los que se están aliando también comparten las metas y objetivos que de ganar las elecciones, serán los que en unidad granítica constituirán los fundamentos de gobierno. Pero no es con propuestas populistas y sin fundamento económico que se va a capturar la opinión favorable de la población ni haciendo alianzas que ya en el poder tienden a fracturarse por la falta de ideales y objetivos comunes.
A su vez y aplicable a todos los partidos políticos, no es con descalificaciones generalizadoras de la oposición como se debe entrar a luchar en la arena política. Los ciudadanos pensantes esperamos una contienda en donde se presente a la ciudadanía un plan integral de gobierno, con programas económicos y sociales creíbles y que de ganar se conviertan en un compromiso ineludible con los ciudadanos. Propuestas bien fundamentadas para mejorar los servicios básicos en salud, educación y seguridad que el Estado está obligado a brindar a la ciudadanía, así como medidas objetivas para el uso transparente de los impuestos y el combate a la corrupción.
Los ciudadanos también debemos tener nuestra escala de valores. Al momento de depositar nuestro voto hagámoslo por candidatos que sean ejemplo de honestidad, de transparencia y de buena fe, demostradas en la gestión de los asuntos públicos o privados. Lo anterior complementado con una firme creencia en los principios democráticos, los cuales están en abierta contradicción con gobiernos autoritarios, en donde el único que piensa y decide es el líder mesiánico
No es con propuestas populistas y sin fundamento económico que se va a capturar la opinión favorable de la población ni haciendo alianzas que ya en el poder tienden a fracturarse...”.