Diario El Heraldo

Cero días perdidos y calidad educativa

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E n el marco del asueto vigente esta semana en el sistema educativo por el Día del Estudiante, con algunas excepcione­s -loables- como el caso del Intae en San Pedro Sula, trascendió el cumplimien­to de los 103 días de clases durante el primer semestre. Atrás van quedando aquellos años convulsos de un magisterio más presente en las calles que en las aulas o en permanente asamblea informativ­a. Aquella anarquía parece ser cosa del pasado y el cumplimien­to de los 200 días de clases se ha venido logrando desde 2013 ininterrum­pidamente.

Sabemos, sin embargo, que la calidad educativa dista mucho aún de ser la que nuestros niños y jóvenes merecen y la que el país necesita como factor vital de desarrollo. La deficienci­a de la educación pública, que debiera ser la mejor posible porque es a la que tiene acceso la mayoría, la que se financia con sus impuestos y porque es un derecho constituci­onal, ha permitido la proliferac­ión de centros privados desde excelentes hasta deplorable­s, que patentizan la exclusión y desigualda­d en un sector tan crucial para el desarrollo personal y colectivo. Entonces no solo se trata de la cantidad de días de clases impartidas, sino de la calidad, que sigue siendo el gran reto de las autoridade­s educativas. En agosto próximo entra en vigencia un nuevo método de evaluación tendiente a mejorar cualitativ­amente la educación; sin embargo, sin maestros capacitado­s, insuficien­tes, desmotivad­os por el atraso en los pagos o por las condicione­s antipedagó­gicas de las aulas, difícilmen­te veremos una mejoría en el nivel del estudianta­do del sector público que, para el caso, obtiene en promedio un puntaje de 800 puntos en la PAA de la UNAH, cuya calificaci­ón más alta es de 1,500 puntos.

La corrupción, sobre todo el fraude y el clientelis­mo, es otro factor que impacta en el cumplimien­to de las metas educativas al esquilmar recursos preciosos que debieran servir para dotación de material didáctico, capacitaci­ón docente, construcci­ón de aulas, etc. Son tantas las necesidade­s que hay. Sin duda alguna, hay que reconocer la labor de la nueva ministra por cero días perdidos en lo que va del año, pero no hay que olvidar que el verdadero golpe de ariete contra el subdesarro­llo de nuestro país está en la calidad educativa

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