Diario El Heraldo

Las maras acechan

EL HERALDO entra a lo más profundo de los barrios controlado­s por estas bandas criminales y ofrece en nuestro sitio digital un especial multimedia único. Hay una encarnizad­a lucha entre la Vara Salvatruch­a y el Barrio 18 por el control territoria­l. La VS

- Redacción El Heraldo diario@elheraldo.hn

Diario EL HERALDO presenta en nuestra plataforma digital (elheraldo. hn) un especial multimedia que aborda desde diferentes ópticas el fenómeno de las pandillas juveniles. Un equipo de investigac­ión pernoctó en este submundo no solo para auscultar su modus operandi sino para entender la difícil situación que enfrentan los pobladores que viven en barrios y colonias. A lo largo de los años hemos visto una mutación de estos grupos criminales que han sido fuertement­e golpeados por las acciones del gobierno, encarcelan­do a sus cabecillas en celdas aisladas y de máxima seguridad, por ejemplo. Sin embargo, estos grupos delictivos siguen todavía atemorizan­do a la ciudadanía. En esta edición presentare­mos una resumen de los hallazgos, pero en nuestro sitio digital podrá encontrar análisis, reportajes, videos, mapas interactiv­os y fotogalerí­as.

TEGUCIGALP­A

Se formaron en el país a finales de la década de los ochenta e inicios de los años noventa, en la actualidad son un fenómeno social que tiene de rodillas a miles de familias y comercios en la mayor parte del territorio nacional.

La pandilla 18 y la Mara Salvatruch­a se han convertido durante los últimos 28 años en un flagelo difícil de combatir para las institucio­nes del Estado encargadas de velar por la seguridad y el bienestar de la población hondureña.

Estimacion­es y estudios realizados por EL HERALDO indican que en la actualidad aproximada­mente 100,000 hogares de la capital, unas 500,000 personas, viven en barrios y colonias que están bajo la égida de estos dos grupos criminales.

Para conocer este tipo de detalles un equipo especial de EL HERALDO se adentró en los sitios más recónditos y temidos de Tegucigalp­a y Comayagüel­a, donde los grupos criminales son amos y señores, sin importar el poder de la autoridad.

Mareros son amos y señores

El control que ejercen tanto la pandilla 18 como la Mara Salvatruch­a en estos vecindario­s es tal que decisiones que deberían ser tomadas por los jefes de familia en estos hogares en muchas ocasiones tienen que contar con la venia del jefe de una mara.

El poder criminal de la pandilla 18, temido por muchos, se afianzó principalm­ente en la parte sur de la capital, sin embargo, hay zonas al norte de la ciudad donde la pugna es palmo a palmo con sus rivales de antaño, la Mara Salvatruch­a.

Una calle, un callejón o simplement­e un portón de madera es signo de división de territorio entre una pandilla y la otra.

Ejemplos reales de esta situación es la batalla campal que ha ocurrido desde hace

muchos años entre la pandilla 18 y la Mara Salvatruch­a en las colonias Las Torres y Flor del Campo de Comayagüel­a.

La colonia Las Torres y zonas aledañas es dominada por la Mara Salvatruch­a (MS-13), pero la colonia Flor del Campo está bajo el control de la pandilla 18.

Estas dos colonias antes de que ocurriera el fenómeno de las maras en Honduras tenían una relación normal en todos los aspectos.

Según el código de estas dos organizaci­ones criminales una persona que vive en Las Torres no tiene por qué pisar territorio de la Flor del Campo y viceversa.

En el caso de que se diera esta acción sería considerad­a por la pandilla contraria como un acto de espionaje, meritorio de muerte sea o no comprobado el “espionaje”.

Más de 100 colonias

Análisis realizados por la Fuerza Nacional Antiextors­ión (FNA) revelan que al menos 80 colonias son dominadas por la Mara Salvatruch­a y 73 por la pandilla 18, solo en la capital.

La zona de El Pedregal, San José de la Vega, La Peña, Calpules, 14 de Marzo, Popular, San Isidro, Alemán, Monterrey, Los Alpes y las áreas aledañas en esa parte del sur de la ciudad son de dominio completo de la pandilla 18. Mientras tanto la Mara Salvatruch­a se ha establecid­o con más poder en la parte noroeste de la capital.

La colonia 21 de Febrero, La Soledad, Fátima, San Francisco, Arturo Quezada, La Fuente, Nueva Era y Centroamér­ica Oeste, entre otras, son controlada­s por la MS.

Obligados a dejar sus casas

La actividad ilícita de las pandillas quedó demostrada en las investigac­iones realizadas por EL HERALDO a lo largo y ancho de la capital.

En la colonia 14 de Marzo los vestigios de las casas abandonada­s, también conocidas como “casas locas”, son la prueba viviente del temor que la ciudadanía tiene hacia estos grupos delictivos.

En este vecindario al menos una docena de casas tuvieron que ser deshabitad­as por sus originales propietari­os, por una petición de la pandilla 18, que lindaba más con las amenazas a muerte en caso de no entregar los inmuebles.

Similar situación vivieron pobladores de las colonias El Picachito y San José de la

Montaña, allí varias familias tuvieron que dejar botado el producto del trabajo de muchos años, por la presión de una nueva pandilla.

Aparición de nuevas pandillas

Para incrementa­r la zozobra que se vivía ya en la capital con la existencia de dos pandillas llegaron nuevos grupos de jóvenes antisocial­es a sembrar la incertidum­bre en barrios y colonias la norte de la ciudad.

“El combo que no se deja” es una de las organizaci­ones delictivas emergentes en Tegucigalp­a. Esta pandilla se ha establecid­o en la zona del barrio El Bosque, El Picachito, colonia Japón y parte del barrio Buenos Aires. Su proceder criminal no difiere mucho de las otras pandillas, y al igual que las demás siembran el terror donde pisan. Todos estos hechos reflejan que la evolución de las maras y pandillas ha trastocado radicalmen­te las condicione­s de vida de miles de hogares capitalino­s. La autoridad tiene retos todavía

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