“Consiga dinerito, hermano, y se viene”
Usan todos los medios
recursos y provienen de los diferentes pueblos del país.
Es justo donde muchos programas de radio tienen su mayor audiencia, situación que conocen muy bien y aprovechan los embaucadores. Ponen a disposición sus números telefónicos y extienden sus operaciones a las diferentes ciudades para poder atender a todos los incautos que buscan su ayuda.
“¡Aló!, Sí él habla, sí... qué tal, hermano, ¿dónde está usted pues?”, pregunta uno de los “doctores” que EL HERALDO investigó.
Al otro lado del teléfono una persona contesta, es un hombre ya mayor, según el contexto de la conversación, y da sus datos al “hermano”.
Tras unos segundos el hombre, que se jacta de ser ungido y camina de un lado a otro en la clínica luego de despedir a uno de sus pacientes”, le dice que “haga un esfuerzo, hermanito, consiga dinerito, hermano, y se viene para Tegus (Tegucigalpa)”.
Es muy probable que al siguiente martes (día que atiende en la capital) el señor desesperado haya viajado lleno de esperanzas y mucha fe en el “hermano” que le aliviará su mal, sin sospechar que más que su bienestar lo que le interesa es el dinero que le pueda traer.
Esta es solo una de las tantas llamadas que recibe durante el día, las que atiende en medio de las consultas, antes o después, pero que denota la descarada manera de hacer dinero con los pobres.
Los visitantes consultados provenían de Lepaterique, Tatumbla, Orocuina Y Reitoca, entre otros pueblos de la zona centro-sur del país.
No obstante, el alcance de estos centros ahora es mayor, ya que anuncian sucursales en Choluteca, Comayagua, Catacamas, Cortés y Yoro.
Además de los medicamentos, que a simple vista se ve que son las mismas pastillas en diferentes frascos, también ofrecen trabajos sobrenaturales para la suerte o brujería.
Según las publicaciones en las redes sociales de estos sujetos, les visitan personas de La Mosquitia, Trujillo y Ocotepeque, que son los lugares más alejados al centro del país.
En la estafa también caen
Se publicitan en programas de radio Ofrecen servicios en las redes sociales
personas adineradas y letradas que atraviesan algún problema.
Desaliento
Luego de la expedita consulta de unos 10 minutos se observan los rostros desencajados y el semblante visiblemente triste de los humildes que pagaron 100 lempiras para decirle sus problemas al supuesto doctor.
La razón es casi la misma para todos: necesitan más dinero, quizá 2,000, 4,000, 10,000 lempiras y hasta cantidades insospechadas por los demás, todo para que haya efecto en el tratamiento.
Esta situación obliga a los asiduos creyentes de estas prácticas a vender sus pocas pertenencias, incluso a endeudarse para cumplir con el pago.
El desaliento es evidente, pero al hombre, que presume ropa costosa, tenis de marca y el último modelo de teléfono, no le interesa eso, tampoco le importa la forma en que los pobres obtienen el dinero para él.
Una de las pacientes en conversación con EL HERALDO relata que viene desde Lepaterique por un dolor de cabeza que no cesa y el mal llamado doctor le dijo que tenía una enfermedad y que debe invertir para ser curada.
Sin embargo, no lleva medicinas, tampoco le hizo una revisión para considerar que ese diagnóstico es real.
Otro de los humildes pacientes aguarda desde las 7:30 de la mañana sentado en las gradas que llevan hasta la Botánica La Unión de Comayagüela, que abre sus puertas a las 8:00 de la mañana.
Solo él sabe sus penurias, quizá algún médico de profesión le dio un diagnóstico desalentador que muchas personas de tierra adentro no están dispuestas a aceptar.
Otros cuentan que padecen enfermedades como cáncer y diabetes, que deben ser tratadas por expertos.
La gravedad de la situación es que, si bien muchos de estos medicamentos no les harán daño por ser de hiervas, tampoco les harán algún efecto curativo.
En estos casos la fe lo es todo, ya que se ha perdido la confianza en el sistema de salud pública del país. Otros de los que llegan comentan que van por problemas de salud, ya que quizá no se atreven a contar que piden ayuda para supuestos males o brujería que les han hecho a sus familiares o a ellos mismos