Diario El Heraldo

Con otra óptiCa Mi vejez va bien

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sin remedio y uno debe prepararse a partir, ojalá con paz y mejor sin pena ni dolor. Se ingresa suavemente a la memoria de otros, cuando se ingresa, y se inviste la persona con mancha o con honor, comprensiv­a de la ineluctabl­e ley del cosmos, la de extinción, haciendo que unos partamos a incorporar­nos a la cola frígida de los cometas, en tanto otros a los silencios de la eternidad.

Decidí entonces hacer a mi vejez digna y prometí que cambiaría mi ropa interior a diario (aunque fuera lavándola yo mismo) para que nadie me oliera a meados, como sucede con ciertos contemporá­neos fráteres. Que asearía pulcro mis dientes para impedir que mi palabra hediera a cloaca y que cada quince días retiraría el cerumen de los oídos ya que una vez algún pana me advirtió que por descuido los portaba cual camión balastero repleto con basura, cosa que originaba mal aspecto y repulsión. Ítem más, me habitué a cepillar los zapatos cada miércoles y pulirlos en domingo; a hacer yo mismo la cama viniera o no la mucama y, vites a practicar por lo menos seis minutos de ejercicio tras el despierte, estiramien­tos y balances pues a la ancianidad la rige la espalda: entre más sana, enhiesta y flexible más salud.

Tras treinta estúpidos años como inhalante dejé de fumar y bebo ron raramente (su plomo quema abundan- neuronas), acostumbrá­ndome a dos, lo más tres dedos de güisqui previo a dormir, luego de redactar estos esfuerzos de comunicaci­ón popular o mis novelas y cuentos. Me encantan ceviche y tapado, si bien detesto alas de pollo. Frutas y vegetales abundan a la mesa pero los frijoles fritos fueron drástica- mente desterrado­s, mi padre me forzó a comerlos día a día, horrorosos días, trauma infantil.

Ciertos viejos visten de chavo, es su placer, no puedo hacerlo, o sorben viagra cuando podrían localizar estimulant­es de procedenci­a natural, sin riesgo cardiaco. La disfunción eréctil es defital, ciencia zonal de circulació­n, nada vergonzosa. Cuando me toque lo justificar­é diciendo que si ingieres vitaminas para la memoria o el músculo, ¿por qué no para el amor…? A eso se agrega la idea de la limpia imagen personal, que no es forzosamen­te cara: si cambias la camisa a diario, y cada dos días el pantalón, tu figura será presencia pulcra siempre. No hay nada más feo que un viejito sucio, barbón, despeinado (excepto si intenciona­l), cuando por lo opuesto la ancianidad puede ser ejemplo de armonía, disciplina y personal considerac­ión.

Pero lo físico no basta, debe higienizar­se el corazón, al que le hacen grave peso los celos, envidias y rencores, los sentimient­os negativos y las ilusiones imposibles de concretar. Existir con ansiedad es negativo, sufrir temor daña orgánicame­nte. Práctica vital es acomodarse al cosmos y a su espejo, la naturaleza, de modo que se aprenda a vivir por procesos, no con anécdotas.

Cual sentenciar­a Siddharta Buda: el dolor es inevitable pero el sufrimient­o es opcional…

Ciertos viejos visten de chavo, es su placer, no puedo hacerlo, o sorben viagra cuando podrían localizar estimulant­es de procedenci­a natural”.

“Pero lo físico no basta, debe higienizar­se el corazón, al que le hacen grave peso los celos, envidias y rencores, los sentimient­os negativos y las ilusiones imposibles”.

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