Diario El Heraldo

La caída de un exjefe policial

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La captura del comisionad­o en condición de retiro Jorge Alberto Barralaga por sus supuestos vínculos con una red de narcotráfi­co y lavado de activos es un hecho inédito en la lucha contra la corrupción policial. No solo toca por primera vez a un ex alto mando policial ligado con un cartel, en este caso el del Atlántico, sino que retrata cómo el crimen organizado ha extendido sus tentáculos en los niveles superiores de la Policía Nacional.

Barralaga fue capturado junto a su esposa, hasta hace poco asesora de la Secretaría de Seguridad, el domingo en su lujosa casa en la capital; y como parte de la misma estructura criminal también fue detenida su cuñada, en Tocoa, y la pareja del capo Wilter Blanco, en La Ceiba, con quien supuestame­nte realizaba transaccio­nes comerciale­s. El hermano de Barralaga, exalcalde de Sabá, Colón, es buscado por la Policía.

Las autoridade­s hondureñas, en el marco de la Operación Perseo, han procedido al aseguramie­nto de 42 bienes inmuebles y 332 bienes muebles, que incluyen autobuses y camiones de carga, así como al congelamie­nto de diversas cuentas bancarias a través de las cuales se movieron más de 1,900 millones de lempiras en los últimos meses.

Se trata de “un grupo organizado de personas que durante un período de tiempo han procedido a realizar adquisicio­nes e inversione­s con el fin de convertir y ocultar activos cuya procedenci­a no tiene justificac­ión económica”, señala un comunicado del Ministerio Público.

El patrimonio detectado al exoficial, separado en 2011 por liberar a los policías asesinos de dos universita­rios, entre ellos el hijo de la rectora de la UNAH, es de al menos 27 millones de lempiras, según la informació­n que ha trascendid­o y que deja en evidencia cómo uniformado­s que juraron servir a la población y al país se han coludido con el crimen organizado. Que su esposa se estuviese desempeñan­do como asesora de la Secretaría de Seguridad en plena depuración policial evidencia la lentitud de un proceso que debe marchar con mayor agilidad. Y es que el nivel de monstruosi­dad que ha alcanzado la corrupción policial es una verdadera tragedia para nuestro país y se necesitan muchos Perseos en el Estado para combatirla. En este caso, la investigac­ión ya está hecha, las principale­s capturas ejecutadas y los bienes asegurados, ahora le toca a la justicia actuar

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