Los hondureños somos diferentes
Si seguimos siendo conformistas con lo que observamos en el país, seguiremos siendo diferentes por siempre”.
“Porque conociendo plenamente actos de corrupción, no se emprendan acciones judiciales contra los implicados”.
La frase del título tiene polémicas sobre quién la enunció, algunos la atribuyen a la voz popular, otros se la adjudican a uno de los jefes de Estado en tiempo de los regímenes militares que se mantuvieron desde octubre de 1963 a enero 1981, con una breve interrupción de dos gobiernos civiles efímeros, pero bajo la tutela militar. Independientemente de su origen, lo cierto es que se quedó y la población la utiliza de manera constante para resaltar irónicamente ciertos acontecimientos.
Fuera cual fuera la circunstancia, situación o suceso que motivó exponerla -podrían ser numerosos-, tuvo razón el o quienes la enunciaron. Es una expresión del pasado, pero con los hechos que suceden -algunos de ellos insólitos- no queda más que aceptar el calificativo ante lo evidente y certificarla. Si seguimos siendo conformistas con lo que observamos en el país seguiremos siendo diferentes por siempre, para felicidad y tranquilidad de aquellos que toman las decisiones que transcienden en la vida nacional y, por lo general, apuntan en beneficio de determinados segmentos poblacionales minoritarios y no de los intereses de la República, como es el mandato conferido en las urnas a quienes nos gobiernan en sus distintos estamentos.
Se pretende con esta nota recordar algunos (pocos, por cierto) hechos que indujeron y siguen induciendo a mantener vigente la frase, se mencionan cualesquiera, de manera ocurrente sin determinar ni investigar el motivo, situación o contexto, porque muchos se han vuelto endémicos. Si me equivoco en su enunciación, si no son relevantes o hago recordar algo no deseado me perdonan por favor, la intención no es incomodar a nadie, sino que, bajos los efectos de la meditación, procuremos tratar de contestar por qué somos diferentes y ojalá que la presente motive más bien a que los sucesos que ocurren por nuestro proceder conformista -incluso disciplinario- puedan socialmente superarse.
Se dijo que somos diferentes porque las vacas se alimenten mejor que miles de compatriotas; por los tantos escándalos que han afectado la nación a nivel interno y externo, que duran unos días y luego caen en el baúl del olvido; porque conociendo plenamente actos de corrupción, no se emprendan acciones judiciales contra los implicados; las bebidas alcohólicas, cuantificadas en determinada medida, tienen un precio menor que el de la leche; que en los centros de salud públicos se extiendan a los pacientes recetas con medicamentos que no se tienen en las dependencias farmacéuticas de esos centros; porque medios de comunicación dan a conocer actos criminales y los entes encargados de darles seguimiento y resolverlos no hacen nada al respecto; somos diferentes porque se confunde un golpe de Estado con una sucesión presidencial y llega más rápido a casa el pedido de una pizza que el de una ambulancia.
Se enuncia la frase porque políticos acuden a la Constitución cuando les conviene y, sin embargo, la han acomodado ilegalmente a su conveniencia para fines muy personales y partidarios; somos diferentes porque en forma arbitraria se destruye una institución política, hecho que debía ser repudiable, pero más bien sirve para hacer burla y denigrar a los afectados; se firma un convenio para que la Maccih combata la corrupción e impunidad, pero los organismos de gobierno desatiendan recomendaciones para aprobar y reformar leyes, actos necesarios para apoyar la labor de la Misión; porque estamos ante una reelección presidencial, figura política inexistente en la Constitución; se inauguran obras no concluidas ni usadas para los fines propuestos y, para colmo, son demolidas para hacer otras; en fin, por la costumbre de dejar para última hora lo que compete efectuar antes. Así estamos en nuestra Honduras…