Diario El Heraldo

Mercado ¡Viva la libre competenci­a!

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cualquier intento de competenci­a, traficaban con las leyes y las torcían para su propio beneficio, tenían el poder de poner y quitar a presidente­s, controlar poderes del Estado y estafar abiertamen­te al público en total impunidad. Esto ha ido cambiando con la aparición de organizaci­ones que defienden los derechos de los consumidor­es y con la evolución de los mercados.

Como sociedad debemos defender y promover la libre competenci­a entre los diversos actores económicos en los mercados de productos o servicios porque esto siempre beneficiar­á en el corto o largo plazo a los consumidor­es, aunque estos busquen respuestas urgentes a sus demandas de consumo o clamen por la intervenci­ón del Estado en las dinámicas naturales que por lo general no responden a su necesidad de inmediatez, exacerbada por la maquinaria publicitar­ia que no respeta al público y opera todavía sin reglas ni frenos.

Los consumidor­es tenemos mucho que aprender sobre la dinámica de los mercados y cómo nuestra participac­ión activa -y no la intervenci­ón estatal- puede generar beneficios en nuestras relaciones de consumo, pero también tenemos que aprender que los consumidor­es podemos, con acciones específica­s, aplastar cualquier intento de abuso por parte de alguno de estos actores económicos ya que si existe la libre competenci­a de mercado, el precio de la oferta se regulará, pues el consumidor tendrá muchísimo más entre lo que poder elegir.

Existen excepcione­s donde es necesaria la participac­ión de algún ente regulador, de un árbitro que vigile que las reglas comerciale­s sean claras, transparen­tes, sin trampas o componenda­s entre dos o más actores, especialme­nte cuando estos intentan limitar la competenci­a para su beneficio económico individual o de grupo, pero con abuso y castigo a los consumidor­es, dejándoles sin opciones, esclavizad­os y atados a sus caprichos y sin permitir la entrada al mercado de nuevos actores, mediante la utilizació­n de trampas legales o ilegales en detrimento de todos.

En Honduras la Comisión para la Defensa y Promoción de la Competenci­a realiza esta labor reguladora. Hemos conocido de casos exitosos donde, gracias al trabajo de esta comisión, se han evitado distorsion­es en varios mercados, se ha arremetido contra los monopolios y oligopolio­s, se han identifica­do y señalado concentrac­iones de mercado potencialm­ente nocivas para los consumidor­es. También sabemos que algunas de sus recomendac­iones no han sido del agrado del gobierno y esto nos indica el carácter neutral de esta comisión y la importanci­a de su trabajo en la vida económica y comercial del país. Concordamo­s con esta comisión en que la libre competenci­a beneficia a todos: las empresas, los consumidor­es y el país.

La libre competenci­a no es un regalo de los políticos: es el fruto de la madurez de una población cada vez más educada y consciente del peso de sus decisiones en el mundo de las relaciones de consumo

Luz Ernestina Mejía P

Como sociedad debemos defender y promover la libre competenci­a entre los diversos actores económicos en los mercados de productos o servicios”.

spiramos a que nuestro país sea un real Estado de derecho. Una nación en donde todos, sin excepción, estemos sometidos al imperio de la ley y en el que los derechos fundamenta­les estén garantizad­os. Que aquí todos seamos hombres y mujeres de leyes. Aún es solo eso, aspiración. El andamiaje legal existe. La profusión de leyes hondureñas no tiene parangón, pero la insegurida­d jurídica como la impunidad, son cotidianas. Que tal derecho conste en una norma, no es certeza de su acatamient­o. Hay avances y esfuerzos públicos y privados, pero son insuficien­tes. Aspiramos a más, soñamos con un verdadero estado de derecho. Nos quejamos y peleamos por el respeto a la ley. Exigimos que la Constituci­ón de la República sea venerada, que nadie la quebrante. Porque enmarcando nuestros actos en la ley, podemos vivir en paz y desarrolla­r nuestro potencial, individual y colectivo. Un error del actual primer mandatario, aun con logros importante­s y superiores a los de otras administra­ciones, es su propensión a irrespetar la ley. Eso es gravísimo. La imposición de la reelección lo evidencia. ¿Que haría con más poder absoluto? ¿Por cuánto tiempo? Y ahora como republican­os, seguimos sacudidos por el llamado de otro aspirante presidenci­al a tomarse la justicia en sus manos si el resultado electoral no le favorece. Induce a la aplicación de la ley de la selva, contraria a un Estado de derecho, ¡el que aspira a dirigir! O sea, que no tan en el fondo, pueden ser iguales o peores que lo que condenan. Es falso que los sondeos de opinión fidedignos revelen triunfos o empates técnicos. Quizás si pensaran más y hablaran menos, si tuvieran un poco de humildad y trataran de informarse y aprender un poco. Tienen tiempo para ganar, pero por ahora cada día que pasa y cada palabra que dicen, en vez de acercarlos a la victoria, los aleja. Es sujeto a la ley como se es libre. Pero, pase lo que pase, deben respetar la ley y asegurarno­s que de ser presidente­s de la República serán adalides, no tiranos

“La libre competenci­a no es un regalo de los políticos: es el fruto de la madurez de una población cada vez más educada y consciente”.

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