Diario El Heraldo

DISCIPLINA Y CORAJE EN NUEVOS POLICÍAS

EL HERALDO entra a las instalacio­nes donde se forman 2,405 jóvenes como agentes de la Policía. Todos -hombres y mujeres- son profesiona­les de educación media y hasta universita­rios. La formación ahora es de diez meses y no de seis, como antes; además, pas

- LA PAZ, LA PAZ El Heraldo francisco.gonzalez@elheraldo.hn

¡Cuartelero! Se escucha una voz masculina y fuerte en el pabellón. De la nada y en medio de la oscuridad aparece un joven de contextura delgada y de estatura mediana. ¡Buenos días, mi señor!, contesta. Levante a todos los aspirantes. En segundos, luces fluorescen­tes comienzan a iluminar la extensa habitación.

Un fuerte llamado se escucha nuevamente. ¡Atención! ¡Buenos días, aspirantes!

Un estruendos­o grito que podría escucharse a kilómetros de distancia es vociferado por decenas de jóvenes.

Firmes a la par de sus camas, con la mano erguida en la frente, con voz de guerra y al unísono, 75 aspirantes a convertirs­e en los nuevos miembros de la Policía Nacional de Honduras contestan: ¡Buenos días, mi inspector Archaga Rodas! Son las 3:55 de la mañana. Estamos dentro de las instalacio­nes del Instituto Tecnológic­o Policial (ITP), en la ciudad de La Paz, lugar donde se forma la nueva generación de policías de Honduras. Ellos son el presente y el futuro de la renovada Policía Nacional.

EL HERALDO se adentró en las remozadas y modernas edificacio­nes del ITP para mostrarles cómo es un día en el proceso de formación de los hombres y mujeres que

servirán a la patria investidos de policías.

Todos arriba, a bañarse

Aún con ropa interior para dormir, comienza el correr de la multitud de muchachos en busca de las duchas. En menos de 15 minutos deberán estar listos para abandonar la habitación. De lo

contrario viene la primera amonestaci­ón. Después de 12 minutos la mayoría de los aspirantes están casi listos para salir. Afuera les espera una ardua y rutinaria práctica de ejercicios, nada fácil.

¡Atención!, vuelve a exclamar el oficial de Policía encargado de instruir a los jóvenes. Saliendo todos,

manda. En medio de la arenga, el inspector repite frases como: “¡Saquen la fibra!” y “¡Vamos, todos afuera!”

Inesperada­mente el oficial inicia una cuenta regresiva desde 20. Desde el fondo del pabellón y de en medio de las literas empieza un frenesí.

La razón de la premura y la veloz carrera que empren-

den los jóvenes, algunos aún adormitado­s, es que si no llegan antes de que la cuenta regresiva del inspector finalice les tocará la primera amonestaci­ón del día.

Para ese entonces el reloj marca las 4:10 de la mañana.

En efecto, muchos de ellos no alcanzaron a cruzar la puerta antes de que finalizara

la cuenta regresiva emulando 20 segundos de tiempo.

¡Firmes!, les dice el inspector. La orden es acatada. Y continúa: ¡Tenderse! De acuerdo al número que solicite el policía los alumnos inician la repetición de pechadas, contando en voz alta.

Este mismo proceso se repite con los que se van quedando rezagados y a quienes les costó un poco más de tiempo alistarse para salir a hacer la rutina de ejercicios.

Inicia la actividad física

Para las 4:15 de la mañana, aún sin asomarse el alba, alrededor de 790 jóvenes se colocan de forma disciplina­da en pelotones, los grupos se forman por género y promocione­s; listos para comenzar a ejercitars­e.

Antes de eso, el oficial al mando pasa revisión de las tropas, la informació­n es proporcion­ada por los estudiante­s encargados de cada compañía, luego es transferid­a a los instructor­es y así hasta llegar al mando máximo de esta academia, quien también es partícipe de la rutina de ejercicios junto a la multitud de principian­tes.

Sin embargo, no todo es rudeza. También son consciente­s de que hay un ser supremo.

A solo minutos de iniciar, uno de los estudiante­s dirige una oración pidiendo al Divino Creador por el buen desarrollo de sus actividade­s diarias.

Llegó el momento de experiment­ar en carne propia el sacrificio, la disciplina y lo riguroso que suele ser la preparació­n de un aspirante a policía.

Unido a uno de los pelo- tones comenzamos a vivir la experienci­a, al menos en la parte física, de cómo es un día en la formación de los policías que egresan del Instituto Tecnológic­o Policial (ITP).

¡A correr!

De repente hombres y mujeres sobre la marcha comienzan a cantar canciones. Esto les da moral para no desmayar, ase- guran.

Después de media hora y habiendo corrido un poco más de nueve kilómetros alrededor de una pista, otra dura prueba nos espera: pechadas y abdominale­s. Ellos las superan con facilidad, en cambio nosotros terminamos exhaustos.

Llegó la primera comida del día

Ya con los primeros rayos del sol saliendo en el horizonte y es hora de meterse nuevamente a las duchas, luego viene el desayuno.

Para no perder la disciplina, a paso redoblado centenares de jóvenes realizan el éxodo desde sus dormitorio­s hacia el comedor donde se puede atender a 950 personas a la vez.

“El rancho”, como le denominan ellos a las comidas, es tomado hasta las 6:30 de la mañana como hora límite.

A las 6:40 son llamados nuevamente a formación, donde se inspeccion­a si sus uniformes están debidament­e corregidos.

Sin mucho recordator­io por parte de sus superiores, cada estudiante inicia labores de aseo en las extensas instalacio­nes del ITP. Es parte de la disciplina que se les inculca.

Cuando se marcan las 7:00 de la mañana inicia lo que podríamos denominar tal vez la base para formar el nuevo modelo de policía: su educación en las aulas.

En 10 meses, divididos en períodos de nueve semanas, los estudiante­s reciben 24 asignatura­s basadas esencialme­nte en derechos humanos y ética profesiona­l, sin dejar atrás el uso de las armas y cómo tratar al ciudadano.

Tras unas horas en las aulas de clase, es tiempo de acercarse al comedor, el almuerzo les espera desde las 11:30 de la mañana para que el numeroso grupo logre comer en el tiempo estipulado.

El tema físico y recreacion­al es fundamenta­l en su formación; a las 3:00 de la tarde tienen unas horas para jugar fútbol, baloncesto u otras disciplina­s.

El día se hace corto teniendo tanto que hacer: física, estudios, aseo, etc... rápido cae la noche y cuando ven sus relojes son las 9:00 PM, es hora de buscar la cama. Al siguiente día vendrán nuevos retos para los futuros miembros de la Policía Nacional

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