Con otra óptiCa Sumisión bananera
Es vergonzosa la oferta prostituida con que los legisladores emiten leyes en que, ya sin pudor alguno, le echan los calzones a la cara al inversionista y ceden, entregan e hipotecan la propiedad de todos. ¿Dónde se ha visto ––excepto entre planificadores malvados–– que una nación no sólo rinda las banderas de su dignidad para atraer capitales sino que incluso ratifique a estos que sus proyectos carecerán de pérdida? ¿Qué clase de sistema es este, con lluvia de peces y ríos de sangre, donde se expolia severamente al nacional y se exime al extranjero?
Es un siglo de la misma política funesta. El primer escenario de corrupción, cuando los préstamos para el ferrocarril (1860), ocurrió por similar causa: desvestirse toda, desnudarse impúdicamente la “india dormida” para que la supuesta riqueza del galán foráneo le ocupe la alcoba y asista a seducirla y embarazarla. Infinitas concesiones mineras, bananeras, industriales, turísticas, aduaneras, fiscales, legales e ilegales, para compañías terrestres, marinas, aéreas y siguen lloviendo más, de las que nadie, nunca ––pues es inconveniente develar la verdad–– realizó evaluación ninguna, recuento de réditos, balance o resultados de ganancia y pérdida. Por ello O. Henry tituló tempranamente a Centroamérica, y en particular a Honduras (1896), República Bananera.
Policarpo Bonilla advirtió en 1912: “Si se continúa dando concesiones a las empresas fruteras terminarán por mandar en el país y disponer de mi- nistros y mandatarios”, como sucedió. Pues es obvio que una sociedad no debe, so riesgo de indignidad, baratear extremamente a sus trabajadores, derrochar sus recursos naturales, patrimonio de todos, endeudar al Estado ni arrendar al gobierno. Alemania lo entendió temprano, reguló sabiamente los procedimientos de inversión, haciéndolos atractivos pero nunca lenocínicos, puso en equidad al empresario local y hoy 66% de su economía se sustenta ––oíd, barzones–– sobre la base democrática de la pequeña y mediana empresa, no sobre el capital transnacional, que bajos beneficios deja.
Cristina Lagarde, gerente del FMI, acaba de pronunciar declaraciones pasmosas: el neoliberalismo, dice, es fracaso, no logra hacer menos pobres (ni felices) a los pueblos, hay que pensar en un nuevo neoliberalismo “social”. Que de cierto sería maquillaje de lo mismo.
O sea que toda esta feria barragana en que nos han sumido los nada preparados mandatarios que nos gobiernan es sólo vana ilusión acremente rechazada por la realidad: Honduras sigue siendo comunidad de población en pobreza (64%), de miseria extrema (44%), con tasas altas de analfabetismo (+- 18%), inestabilidad (36% de la población padece problemas mentales), insalubridad (68% sin drenajes ni agua potable) pero con muchos ricos: casi tercio (26%) de los de Centroamérica.
La república bananera continúa existiendo, es tiempo de llevarla a buen final
Los administradores políticos de nuestros países han sido incapaces e ineficientes para atraer fondos externos”.
“Honduras sigue siendo comunidad de población en pobreza (64%), de miseria extrema (44%), con tasas altas de analfabetismo (+18%)”.