El Mimado invadió de alegría a un guerrero que lucha contra la hemofilia
Luis Castellanos, un pequeño motagüense, fue visitado por el Ciclón en el Hospital San Felipe. “Dios hará el milagro”, dijo Mayorquín
Su fuerza de voluntad para aferrarse a la vida es tan grande como su amor por el Ciclón y apenas ve cruzar por la puerta a sus cinco ídolos su rostro se ilumina de felicidad y sus gritos pronuncian el nombre de su amado equipo: “¡Motagua, Motagua, Motagua!”. En sus ojos brillosos se lee su alegría y en su euforia se percibe el deseo de poder levantarse de esa silla de ruedas para correr a abrazar a sus bicampeones.
El guerrero, como le llama su pediatra de cabecera, está muy feliz. ¿Y cómo no estarlo? Allí, en el hospital San Felipe, están sus héroes...
Diego Vázquez, Wilmer Crisanto, Juan Pablo Montes, Reiniery Mayorquín y Rubilio del Ciclón.
“¿Cuál es el grito de guerra?”, le consulta su pediatra, Gustavo Hernández, y él contesta con el grito más repetido de la cita: “Sangre azul”. La Barbie y todos los presentes no pueden contener los aplausos, mismos que se repiten cuando Luis, ayudado por su madre, Katia Castellanos, abandonó su silla para dar algunos pasos.
“¿Quién es el niño más fuerte de la sala?”, le pregunta su galeno y el infante replica con una postura propia de su fortaleza: rostro serio y brazos arriba para evidenciar su espíritu de gladiador.
Un sangrado severo...
El oriundo de San Matías, El Paraíso, ha vivido en una guerra por la vida. Al nacer tuvo sangrado en el cordón umbilical, en su etapa de crecimiento tenía moretones y puntos de sangre en la piel, a sus 24 meses sufrió un trauma a nivel frontal y a sus cinco años fue operado por un sangrado intracraneal severo. Desde la intervención quirúrgica ha tenido que estar viajando cada 45 días a Tegucigalpa para someterse a un costoso tratamiento.
Pero a él nada ha podido derrumbarlo y hoy sigue luchando por volver a ser un niño normal, tal como lo fue en el pasado reciente.
“Estamos pensando que, primeramente Dios, va a salir de esta y se va a recuperar”, dijo Rubilio. Diego estuvo en sintonía con Roruca y se mostró sorprendido por ver “cómo se identifica con el equipo, a pesar de la dificultad” que atraviesa. “Dios va a hacer el milagro en su vida, para él no hay nada imposible”, cerró Mayorquín