EntrE ParéntEsis Los retos de la Unidad de Política Limpia (I)
y México, ni habían altos funcionarios (incluyendo Presidentes) enfrentando procesos criminales. Se sabía que eso ocurriría tarde o temprano, pues ahí donde la empresa logró obtener contratos, siempre siguió el mismo modus operandi: preparar el terreno con jugosas coimas, no solo a personas ligadas a las licitaciones internacionales, sino a las campañas electorales de los candidatos presidenciales con más probabilidades de triunfo. Aunque todavía no hay evidencias de sus actividades irregulares en nuestro país, en Guatemala y El Salvador ya no es secreto que sus ejecutivos podrían haber logrado jugosos proyectos de infraestructura a cambio de apoyo a actividades políticas locales.
La influencia del dinero sucio en la política latinoamericana no empezó con el caso Odebrecht, pero sin duda se aprenderá mucho de su análisis y de las ramificaciones de la investigación Lava Jato de Brasil: en todos los países donde los corruptores actuaron, existían legislaciones e instituciones para prevenir y combatir la corrupción, que no evitaron las prácticas irregulares de los perpetradores, aunque ayudarán a sancionar a los involucrados en este megaescándalo (que todavía no termina, por cierto). Las fallas ayudarán a mejorar las estructuras estatales para garantizar la integridad de los funcionarios públicos y contratistas, además que permitirán a legisladores afinar las normaletín mativas para enfrentar la corrupción pública.
El caso Odebrecht es un caso paradigmático en el financiamiento irregular de la política y pone en evidencia que, para ganar una elección, efectivamente hay quienes están dispuestos a “venderle su alma al diablo”. El dinero sucio puede provenir -como en el brasileñode fuentes lícitas que se vuelven ilícitas; también puede haber sido entregado por actores que operan desde la ilegalidad (como carteles del crimen organizado), o surgir de recursos estatales que han sido desviados para proselitismo y otras actividades políticas.
En nuestro país, el desvío de fondos del Seguro Social para goce personal de sus funcionarios y empresas de que dieron apoyo a la campaña del partido oficialista en el ciclo electoral 2012-2013, se sumó a la inocultable presencia de dineros de la narcoactividad en el financiamiento de campañas y candidatos en distintos niveles electivos de la mayoría de partidos políticos, oportunamente denunciada por personajes de alta credibilidad nacional e internacional. Como consecuencia de ello, y una necesidad innegable, se aprobó en noviembre de 2016 una nueva ley para regular el financiamiento de partidos políticos y campañas, cuya implementación estará a cargo de una Unidad Especial y que, como se intuye, enfrentará retos mayúsculos en los próximos meses y años
La influencia del dinero sucio en la política latinoamericana no empezó con el caso Odebrecht, pero sin duda se aprenderá mucho de su análisis y de las ramificaciones de la investigación Lava Jato de Brasil”.