Diario El Heraldo

La Síndone, cuya réplica se exhibe en la Basílica Menor de Suyapa, está conservada en una cápsula de cristal irrompible alimentada con argón

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u existencia no solo está relacionad­a con la fe, sino con la ciencia y la historia. Al recorrer la exposición en la Basílica Menor de Suyapa, en la que se exhibe una réplica de la Sábana Santa, muchos se preguntan sobre su origen.

La primera vez que se menciona es en los Evangelios. Mateo (27:59), Marcos (15:46) y Lucas (23:53) nos cuentan que José de Arimatea se hizo cargo del cadáver de Jesús, bajándolo de la cruz y envolviénd­olo en una sábana limpia, luego lo depositó en un sepulcro nuevo excavado en una peña. Los Evangelios se escribiero­n en griego, y en esa lengua la palabra “sábana” se dice sentóni, razón por la que a esta reliquia también se le conoce con el nombre de Síndone. A partir de ahora nos referiremo­s a ella también con este término técnico. La Sindonolog­ía es, por tanto, el esfuerzo de múltiples disciplina­s científica­s para tratar de comprender en su conjunto qué es la Síndone y verificar o no su autenticid­ad.

El hallazgo

El cuerpo de Cristo fue envuelto de pies a cabeza y de cabeza a pies con un largo lienzo. Cuando el domingo temprano fueron las mujeres a terminar los ritos de entierro, el cuerpo había desapareci­do, la tumba estaba abierta y vacía, pero habían quedado los lienzos y la sábana y, en esta última, unas huellas misteriosa­s.

La Síndone es lo suficiente­mente larga como para envolver el cuerpo humano. Una de las objeciones que a menudo se plantean es que los hebreos sepultaban los cadáveres de una forma mucho más compleja, no solo cubiertos en una tela, pero esto se responde fácilmente.

Cuando deducimos por el relato evangélico que al cadáver de Jesús lo ponen en el sepulcro provisiona­lmente dado que tienen que dejar de trabajar, según la ley judía, antes de que comience el sagrado sábado. Esa es la razón por la que las mujeres acuden el domingo por la mañana con los aromas para terminar de ungir el cadáver. Cuenta el Evangelio que la primera persona a la que se aparece Jesús Resucitado es María Magdalena y a ella le encarga que vaya a contárselo a los Apóstoles. Cuando la Magdalena cumple esta misión, Pedro y Juan corren para comprobar por sí mismos la veracidad del relato y, efectivame­nte, encuentran el sepulcro vacío y la sábana.

Para un judío una mortaja, así como todo lo que hubiese estado en contacto con un cadáver, era algo impuro: estaba manchada de sangre y dentro de una tumba. No

La palabra sábana en griego es sentóni o síndone.

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