Salud Pobreza, obesidad y malnutrición
epidemia de niños obesos o con problemas metabólicos tempranos que en unos años comenzará a pasar factura a nuestro ya precario sistema de salud.
Parte del problema radica en que el adquirir comida de muy baja calidad nutricional es lo asequible para los bolsillos de la mayoría de los hondureños, junto a una campaña permanente de desinformación montada arteramente por la industria de los alimentos que nos atiborra de mensajes equivocados sobre lo que es verdaderamente sano.
En un país tropical como el nuestro, lleno de cientos de opciones en legumbres, vegetales, frutas y cereales que se dan por estaciones, a manos llenas y a precios bajos, resulta sorprendente que las meriendas de nuestros hijos estén llenas de galletas, bebidas disfrazadas de “frutas”, pedazos de pizza y hasta hamburguesas. Esta práctica es totalmente inaceptable y habla muy mal de cómo administramos nuestra economía y nuestro papel como padres guardianes de la salud de nuestros hijos.
que a mi hijo no le gusta el brócoli…” usted es culpable, “Mi niña no come pepinos…” golpéese el pecho… “No están acostumbrados a las verduras…” amárrese una piedra de molino al cuello y arrójese al mar. Somos culpables. Concedemos todos los gustos a los niños en cuanto a alimentos endulzados (el ingrediente eterno en la industria de los alimentos), comida chatarra de todos los tipos, los hemos desvinculado del agua y nos hemos desbocado llenando sus loncheras de “churros”, embutidos (fabricados a saber de qué diablos) y “chucherías” que envenenan lentamente los cuerpos de nuestros hijos.
Comer saludable en Honduras todavía es barato. Las posibilidades de comer realmente bien con los alimentos producidos en Honduras son casi infinitas, pero nuestra haraganería es proverbial. Debemos cambiar esto urgentemente, porque el niño obeso tiene más posibilidades de continuar siendo obeso de adulto a menos que cambie ahora mismo su forma de alimentarse.
Usualmente las personas se vuelven obesas o nacen obesas después de genera“Es ciones de familiares que han perpetuado la obesidad en sus familias.
¿Cómo frenar la obesidad infantil? Las familias: pueden hacer cambios en la alimentación y en especial en la merienda escolar de sus hijos sustituyendo los productos chatarra por opciones saludables como frutas, verduras, leche y jugos naturales puros o de caja. El Estado: prohibiendo la entrada de productos chatarra al país y por ende a las escuelas públicas y privadas, trabajando menús saludables y campañas de concienciación junto a docentes y dueños de escuelas y colegios. La industria: Reducir el azúcar y la sal de los alimentos procesados, practicar el marketing responsable, en especial cuando va dirigido a niños y adolescentes, y colaborar financieramente con instituciones que trabajan combatiendo y educando sobre la obesidad.
¿Hace cuánto una banana no es parte de la merienda de sus hijos? En Honduras, ser pobre no es ninguna excusa para no comer bien. En Honduras, nadie debería pasar hambre ni estar malnutrido
Las posibilidades de comer realmente bien con los alimentos producidos en Honduras son casi infinitas, pero nuestra haraganería es proverbial”.