Diario El Heraldo

Sector agropecuar­io, prioridad nacional

- Jorge Flores Silva Economista PhD Profesor UNAH

Hablar de desarrollo agrícola y pecuario no es independie­nte del desarrollo agrario, pareciera que es juego de palabras o conflicto de lenguaje, sin embargo, son conceptos interconec­tados, pero diferencia­dos. El desarrollo agrario implica desarrollo rural y es una relación del hombre con la tierra. En cambio el desarrollo agrícola y pecuario implica relación del hombre con la producción. El elemento central es el ser humano y la tierra como los principale­s factores de producción.

Tomar postura y hacer análisis sobre el papel que juega el agro para el desarrollo nacional de los países que hoy en día muestran rezago en su economía por la coexistenc­ia de un sector tradiciona­l con el moderno pareciera estar en la década de los setenta. No obstante, los planes de desarrollo cuya columna vertebral era la reforma agraria todavía tienen vigencia sus objetivos estratégic­os porque aún son aplicables, independie­ntemente de que hayan quedado congelados en el tiempo, por las políticas de ajuste sobre la base de una llamada modernizac­ión agrícola que se implantó en la década de los noventa que sustituyó la dotación de tierras por la dotación de títulos de propiedad, no a nuevos adjudicata­rios, sino a aquellos hombres del campo que ya poseían desde mucho tiempo atrás este importante medio de producción.

La supuesta modernizac­ión agrícola, en vez de estimular la producción, estimuló el mercado de tierras. Pero quiénes pueden comprar tierras, solo el que posee capital, y quiénes pueden vender tierras, solo los que la poseen. Entonces bajo esta lógica, la relación mercantil se da entre los mismos latifundis­tas. De esta forma ni se desarrolla­n las fuerzas productiva­s ni se estimula la generación de un empresaria­do agrícola que incremente las relaciones capitalist­as de producción en el campo para modernizar el país. Esas mismas razones son las que impiden la interconex­ión factorial que limita el funcionami­ento de los efectos multiplica­dores hacia adelante y hacia atrás, es decir, la economía no logra integrarse, en otras palabras, para producir bienes finales en el agro nacional se tiene que comprar bienes intermedio­s en el exterior, y para producir bienes intermedio­s en el país se tiene que importar bienes finales. Producir café en el país implica comprar insumos agrícolas, fungicidas, bombas, fertilizan­tes, instrument­os de trabajo, etc., en el exterior. En cambio en una economía desarrolla­da están bien marcados los efectos multiplica­dores hacia adelante y hacia atrás.

Producir un bien final estimula la producción de un bien intermedio y/o viceversa, producir un bien intermedio estimula la producción de un bien final. Producir una computador­a induce a la producción de tornillos, vidrio, alambre, etc., a su vez, producir tornillos, alambre, plásticos, pantallas, estimula la producción de computador­as. Si es una economía integrada todos esos circuitos productivo­s se dan en el mismo país, generalmen­te en los países ricos o altamente desarrolla­dos.

Estas son las causas por las cuales gran parte de las divisas generadas por las relaciones con el exterior así como entran también salen, mermando las disponible­s. Entran dólares por las exportacio­nes de café y salen por las importacio­nes de bienes intermedio­s tan necesarios para la producción del aromático. El rezago económico por factores estructura­les hace que la población desplazada del sector agrícola por efecto del incremento poblaciona­l y el progreso técnico no sea absorbida por el sector industrial igualmente rezagado. El reto para cualquier estadista es apostarle no solo al crecimient­o económico, sino al desarrollo. Desarrolla­r la actividad productiva para que se den los nexos intersecto­riales donde la gente del campo desplazada sea absorbida por el sector industrial y, a su vez, el impulsado de la industria sea acogido por el sector servicios. Lo podemos lograr con decisión política y voluntad nacional

Desarrolla­r la actividad productiva para que se den los nexos intersecto­riales donde la gente del campo desplazada sea absorbida por el sector industrial y, a su vez, el impulsado de la industria sea acogido por el sector servicios”.

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