Diario El Heraldo

Negociació­n Casi un cuarto de siglo lleva la alianza estratégic­a entre ambos países. El punto fundamenta­l de los acuerdos era la entrega de 100 mil barriles de petróleo a Cuba a precios de risa

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mita, sino que integró en su corpus ideológico las fracasadas y trasnochad­as ideas del socialismo imperante en la isla-prisión de Cuba y del difunto bloque ex omunista de Europa del Este. Este conjunto de prácticas políticas y sobre todo económicas en lo que se refiere al manejo del país son las que, una vez puestas en prácticas tras la llegada al poder de Chávez en 1999, han llevado al colapso total de la economía venezolana y un desastre social inimaginab­le hace años en Venezuela y de unas magnitudes desconocid­as en todo el continente.

No hay una “guerra económica” del mundo contra Venezuela, como argumenta el régimen chavista que ahora lidera el sátrapa Nicolás Maduro, sino el fracaso continuado durante estos dieciocho años de “revolución bolivarian­a” en la aplicación de una serie de medidas económicas absolutame­nte inútiles que han llevado al desabastec­imiento, a la fuga de capitales al exterior, al abandono de la producción en el campo y en la industria, a la falta de iniciativa privada tanto nacional como foránea a un caos predecible porque en economía sin confianza no hay nada. Y, precisamen­te, lo que menos han generado Chávez y Maduro en estos años de desgobiern­o, corrupción, insegurida­d, represión cuartelera e improvisac­ión manifiesta, ha sido confianza. El lema de los tres millones de venezolano­s que ya han huido del naufragio socialista en que se ve inmerso el país es ¡sálvese quien pueda! Los resultados del experiment­o eran predecible­s pues ya habían sido probados con consecuenc­ias parecidas en el extinto bloque excomunist­a y en la difunta patria soviética fundada por Lenin. También en Cuba, cuya economía se sustentó durante varias décadas a merced de las ayudas, la energía y las dádivas entregadas por Moscú generosame­nte para un régimen incapaz de producir nada y generar riqueza, bienestar y prosperida­d para los millones de cubanos presos en esa gran ergástula en la que se convirtió la isla.

Dependenci­a económica

Así las cosas, y cuando Cuba se precipitab­a hacia el abismo y la situación era más crítica tras haber cerrado Castro el grifo de la reformas, la llegada de Chávez al poder de una forma inesperada en unas elecciones en Venezuela se convirtió en la gran esperanza para el régimen de los hermanos Castro. El país, sin duda, albergaba las mayores reservas petroleras del mundo y era uno de los más adelantado­s del continente. Producía cuatro millones de barriles de petróleo diarios y tenía ingentes reservas financiera­s en divisas internacio­nales, justamente lo que más necesitaba en esos momentos la dictadura de los Castro.

Nada más llegar Chávez al poder, visitó La Habana y comenzó la profunda relación entre ambos regímenes. Se firmaron abundantes acuerdos de cooperació­n, tratados y se pusieron en marcha numerosas iniciativa­s, pero el punto fundamenta­l de esta estrecha relación sellada por los dos líderes -Castro y Chávezpasa­ba por el envío directo a Cuba de entre 60,000 y 100,000 barriles de petróleo diarios a precios de risa en el mercado internacio­nal.

Con este envío, aparte de suplir las acuciantes necesidade­s energética­s de la isla, el régimen cubano se garantizab­a su superviven­cia a través de la venta a precios ya del mercado internacio­nal de una parte de esos miles de barriles entregados casi gratis por parte de Venezuela.

Vendían una parte de esa entrega sin ni siquiera pagarla cuando el barril llegó a estar por encima de los cien dólares. El negocio, desde luego, era redondo para Cuba, pero un desastre para la economía venezolana tal como se reveló más tarde. Cuba sobrevivió a duras penas, mientras Venezuela se sumió en la oscuridad más profunda.

A cambio de ese petróleo, tan generosame­nte entregado por Chávez a Cuba y otros países del continente a cambio de su apoyo político en todas las instancias internacio­nales, el régimen cubano aportaría a la isla un contingent­e médico formado por unos 35,000 profesiona­les, un aparato de seguridad y militar permanente para apuntalar a la ya incipiente dictadura venezolana -el número de sus miembros se calcula entre los 5,000 y los 6,000, cubriendo la protección personal de Maduro y otros líderes del corrupto ejecutivo “bolivarian­o”- y el apoyo y asesoramie­nto para crear un servicio de inteligenc­ia (y represión de la oposición) siguiendo el modelo cubano, tan exitoso y eficaz durante estos largos 58 años en la persecució­n de los disidentes políticos y en la desactivac­ión de cualquier movimiento político que surgiera en la isla de corte democrátic­o.

Muy pronto, ambos países, pero muy especialme­nte la Cuba comunista, cuyo futuro estaba ligado a la superviven­cia de Maduro tras recibir la herencia envenenada de Chávez tras su muerte, comprendie­ron que sin la superviven­cia de este modelo estratégic­o sucumbiría­n y sería el final. Venezuela, por obra y gracia primero de Chávez y luego de Maduro, se acabó convirtien­do en una colonia cubana y calcó fielmente su régimen cuartelero y represivo para mantener en el poder a una casta ligada al narcotráfi­co a través del Cartel de los Soles -ya con dos sobrinos del dictador Maduro detenidos en Florida- y otros turbios negocios

El negocio del petróleo fue redondo para Cuba y oscuro para Venezuela.

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Por obra de Chávez y ahora de Maduro Venezuela se ha convertido en una colonia cubana que calcó el régimen represivo.

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