El grillete electrónico
El hacinamiento es uno de los principales factores para que las cárceles de Honduras sean consideradas bombas de tiempo. Y más de una vez han explosionado con motines, enfrentamientos e incendios que han dejado centenares de muertos.
Esa sobrepoblación carcelaria, que no es un fenómeno exclusivo de nuestro país sino que se extiende por toda Latinoamérica, ha alejado todavía más a los centros carcelarios de uno de sus mayores retos, la rehabilitación, convirtiéndolos más bien en escuelas del crimen. La sobrepoblación en los reclusorios pone también en peligro al personal penitenciario y genera, además, un enorme impacto económico para el Estado.
El plan piloto de vigilancia electrónica que pretende llevar a cabo el Instituto Nacional Penitenciario (INP) a principios de 2018 es un intento para descongestionar las cárceles que albergan a casi 19,000 reos, sobrepasando en más del cien por ciento su capacidad. La medida, que consiste en colocar un grillete electrónico, se aplicará a reos de baja peligrosidad, que hayan cometido faltas leves o estén próximos a cumplir su condena. Hay otras consideraciones que las autoridades deben tomar en cuenta, como el caso de los ancianos y las mujeres embarazadas o con niños pequeños, pero para eso habrá un reglamento en cuya elaboración ya están trabajando.
El costo del grillete, que oscila entre 60 y 470 lempiras diarios, correrá por cuenta del reo, aunque la idea del Estado es subsidiar a quienes no tengan los recursos económicos. Sin embargo, esto deberá analizarse en función del costo-beneficio porque se estaría cargando a los contribuyentes onerosamente si la mayoría de los 2,500 a 3,500 privados de libertad aptos para el uso del grillete no pueden pagarlo. Por otro lado, la corrupción de la que no se libra el sistema penitenciario ni el judicial hace temer que la medida pueda favorecer a las personas equivocadas. El INP deberá hilar despacio este plan para no dejar vacíos que lamentar, pero también para desarmar con transparencia y rendición de cuentas cualquier suspicacia en lo relativo a las empresas proveedoras de este sistema de vigilancia y en cuanto a su eficacia y aplicación. El fin es bueno, pero el medio que nos lleve a él deberá serlo también