Un sucio problema de la región
El problema de contaminación en las playas de la costa norte de nuestro país a causa de los desechos sólidos provenientes de Guatemala remarca la urgente necesidad de un cambio cultural en la región entera. La basura marina, plásticos en su mayoría, llega hasta las playas de Omoa, Puerto Cortés, Islas de la Bahía y Cayos Cochinos, en perjuicio del ecosistema, la actividad pesquera y el turismo.
Evidentemente el impacto comienza en el vecino país, cuya población duplica a la nuestra y donde las aguas contaminadas por los desechos de varios departamentos, sobre todo de la capital, terminan afectando la salud y economía.
Nuestras autoridades, que desde hace tres años han venido denunciado el daño ambiental, han exigido el compromiso de Guatemala para buscar una solución a la contaminación. Pero no se trata solo de mejorar la gestión de la basura, de poner biobardas artesanales o de la construcción de una trampa de desechos, medidas que solo significarían paliativos temporales. Los mares de Centroamérica, según expertos en ecosistemas de la ONU, son los que tienen más basura en todo el continente. No se trata pues de un problema que un país pueda resolver por sí solo, ya que la basura es transfronteriza y, como en el caso que nos ocupa, un día es arrojada en Guatemala y ocho días después aparece en Honduras.
Centroamérica tiene que cambiar la cultura del consumo excesivo de plásticos e impulsar el reciclaje con incentivos económicos. No solo hay materia prima de sobra, sino que se trata también de una oportunidad para promover microempresas y generar empleos a la vez que se cuida el ambiente, una responsabilidad que se debe tomar en serio. Los acercamientos que han iniciado los dos gobiernos ante un mal que es apremiante deben también ir encaminados a buscar soluciones a largo plazo, que incluyan la sensibilización, educación y concienciación de la población, empezando con los tomadores de decisiones. El problema de la basura que se origina en Guatemala debe servir, además, para sacar lecciones y vernos en el espejo. Pero si las autoridades de la región no son capaces de ver la necesidad imperiosa que hay de inculcar una cultura ambiental y adoptar políticas para pasar de la teoría a la práctica, entonces el problema va para largo