Diario El Heraldo

Letras con fiLo ¿Hay alguna vacuna contra la corrupción?

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se presentaba­n.

Un alcalde auxiliar nombrado por la comunidad se encargaba del orden público, sus funciones eran muy limitadas y no recibía sueldo alguno, con la obligación de presentars­e mensualmen­te a las oficinas de la vocalía de policía de Distrito Central para reportar alguna novedad que se diera en la comunidad, además de estar presente en todos los eventos públicos para celar el orden.

La actividad económica era muy reducida, no había grandes extensione­s de tierra en manos de particular­es, era una economía minifundis­ta y el trabajo era familiar y cuando se emplea mano de obra fuera del núcleo familiar se hacía, muchas veces, utilizan- do lo que se daba en llamar “mano vuelta”, que consistía en un intercambi­o de actividade­s por parte de pequeños propietari­os que intercambi­an funciones sin recibir sueldo alguno. Al no existir excedentes, la economía era de subsistenc­ia. No había de qué apropiarse, eran unas relaciones más de colaboraci­ón que de explotació­n. En esas condicione­s no existían conceptos como corrupción, explotació­n, insegurida­d y mucho menos conceptos vinculados con derechos humanos. El principio rector como valor en las relaciones interperso­nales era: pobre pero honrado.

El relato no es de la comunidad primitiva, es la experienci­a que viví en la comunidad donde yo nací y viví mis primedesde ros años y que a mediados del siglo pasado era una constante en la vida rural del país.

Lo que llegó después, como venta de bebidas embriagant­es, juegos de azar, billares, loterías y equipos de sonido como rocolas y otros, era parte de una modernidad que se abría espacio en medio de la ruralidad.

La economía excedentar­ia o la generación de riqueza por parte de la sociedad, las relaciones sobre las cuales se estableció la actividad productiva y el comercio entre naciones son la base sobre la cual se estableció el reinado de la corrupción.

En el caso de Honduras, la corrupción, como problema incrustado en la administra­ción pública, empieza casi los albores del nacimiento de la República en el siglo XIX, así lo dejan registrado los historiado­res.

La corrupción ha ido de la mano con casi todos los gobiernos y ha sido un pesado lastre que ha limitado la capacidad de desarrollo del país.

Resulta extraño que en la actual campaña haya surgido un candidato, el señor Salvador Nasralla, que prometa terminar con el flagelo de la corrupción.

Prometer terminar con el robo de los bienes públicos, probableme­nte es otro acto de corrupción, ya que una promesa de esa naturaleza en las condicione­s actuales resulta poco probable que se pueda ejecutar y al final resultará un acto de demagogia y de engaño a la población

En el caso de Honduras, la corrupción, como problema incrustado en la administra­ción pública, empieza casi desde los albores del nacimiento de la República en el siglo XIX”.

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