“Bandolero”: fuerza indígena y argumental
invita a rescatar rincones olvidados de nuestra historia, sino lo que considero más importante: nos propone memoria. La película centra su atención en Calixto Vásquez (el indio cortacabezas), para muchos un bandolero desalmado y para otros un ejemplo revolucionario que peleó por los derechos de nuestros pueblos indígenas. La narrativa ubica a otros personajes claves de nuestra historia republicana y social como: José María Medina, Marco Aurelio Soto y Ramón Rosa; no obstante, la gran virtud es centrarnos la narrativa en este “indio” hondureño que nos recuerda que tenemos sangre revolucionaria corriendo por nuestras venas.
“Bandolero” no ve hacia el pasado como un “espacio recorrido”, ve nuestra historia como “movimiento”, como reflejo de nuestro presente y advertencia de no volver a cometer esos errores contra nuestros pueblos autóctonos en pro de un desarrollo importado de otras latitudes. Es una película que cumple el objetivo primordial del cine, que se resume en entretener y atrapar con imágenes y sonidos envolventes. Aquí, es necesario mencionar los bellos paisajes y rostros retratados de nuestra zona lenca y la excelente propuesta musical de reivindicación indígena y campesina de grandes artistas de nuestra música como Café Guancasco y Mario de Mezapa, Gabriela Cox y el grupo Et’nca-Étnica. Esos bellos paisajes quedan documentados para invitarnos a los creadores nacionales y a cineastas extranjeros a que veamos todas las posibilidades de locación que nos da el interior de nuestro país, para contar historias -incluyendo el género western, como Bandolero- donde el paisaje es un protagonista indiscutible.
Podríamos conversar largo y tendido sobre la película y queda la invitación a hacerlo, pero lo que no quiero dejar de mencionar es la
La película “Bandolero” se exhibe actualmente en las salas del cine.
importancia de que sea esta una ópera prima en muchos sentidos: es el primer largometraje de Gustavo Sánchez Cubas, este joven director da muestras de su formación en cine y de conocer y saber usar un lenguaje propio, que piensa en términos de imagen-movimiento e imagen tiempo, tomando los conceptos de Deleuze. Es también el primer largometraje de José Dubón en dirección de fotografía, que toma y logra el reto de registrar en cámara un ambiente de siglos pasados sin hacerlo didáctico-simple, sino orgánico y protagonista. Es de agradecerle a él y a su equipo presentarnos, por un lado, extensas y bellas tomas de nuestros cerros y ríos que abrazan a los bandoleros, y a la vez regalarnos espacios interiores que nos retraen a un estado de relación personal con los protagonistas, ejemplo de esto es avanzar dentro del traje de unos “cabezones” junto a ellos, en la secuencia de las mojigangas, una de las más efectivas y disfrutadas de la película. Juan Roque, por su parte, también en este su primer largometraje, junto a Gustavo Sánchez y José Velásquez, nos regala en edición algo muy importante al no subestimar a los espectadores con un montaje de acciones paralelas bien realizado y un ritmo que no suelta la trama narrativa y hace todo el conjunto de la película un buen tiempo de expectación.
Como mencioné al principio, queda abierta la invitación a seguir conversando sobre esta película que cuenta con un elenco muy variado de actores y actrices experimentados y con muchos noveles que estuvieron muy a la altura de su primera experiencia delante de las cámaras. Y para ser justos, un saludo y un aplauso general a todo el casting de actores y actrices principales y de reparto en “Bandolero”.
En definitiva, un agradecimiento muy especial a todo el equipo de producción por poner todo el aparato cinematográfico para visualizar la belleza y las riquezas de nuestro mundo étnico hondureño lenca, misquito, tawahka, chortí, tolupán, pech y garífuna, pero también, a su vez, alertar sobre las problemáticas que todos debemos atender para vivir mejor como hondureños.
¡Excelente trabajo, bandoleros!