Disfrutar de “las mejores cosas de la vida” era el lema de la revista y también del estilo de vida del fundador, al cual defino como el exponente de la cultura machista
mejores plumas de la literatura para escribir artículos. Sin embargo, sus lectores no opinaron igual. Cuando en 2015 decidieron retirar los desnudos de la revista, sus ventas decrecieron de tal manera que a principios de este año decidieron reintroducirlos.
Hace pocos días la periodista Helen Rosner publicaba en su cuenta de Twitter: “Rodear excelentes e inteligentes artículos con fotos de mujeres desnudas es una buena manera de dejar claro que no esperas que las mujeres lean los artículos”.
Irónicamente, para sus novias y conejitas sí ocurría que los desnudos no eran lo más importante, tan solo eran una de las tantas cosas que formaban parte de un cúmulo de desprecios.
Una de las exnovias de Hefner, Holly Madison, explicaba: “Al final, definitivamente reconocí que él era verbalmente abusivo, y eso fue lo que me hizo reaccionar. Había tantas cosas en la relación con las que no estaba del todo cómoda, pero las justificaba en mi mente porque había otras ventajas”.
Algunos argumentan que las novias de Hefner permanecían voluntariamente, sin embargo, una mirada detenida nos muestra una cuestión más complicada.
Es evidente que las chicas de Hugh Hefner no estaban ahí para entretenerse, mucho menos por amor. Lo veían únicamente como un trampolín profesional. Una oportunidad pero sin sueldo: tan solo una vivienda gratuita y una “mesada para belleza”. Esto, sumado a que sufrían con frecuencia de abusos verbales por su jefe/novio y unas condiciones que excedían cualquier compromiso laboral (horas de entrada a la casa, prohibición de tener un empleo o novio fuera de la mansión, etc.).
Detrás de las escenas divertidas y despreocupadas del reality show se escondía una realidad mucho más oscura: drogas y depresión. Tal y como algunas han manifestado después de dejar la mansión, las fiestas no eran suficientes para llenar el vacío que tal estilo de vida dejaba en ellas.
“Ahogarme parecía una manera lógica de escapar de la ridícula vida que estaba llevando. No podía aguantar mi miseria”, escribió Madison en su libro Down the Rabbit Hole (“En la madriguera del conejo”).
Como siempre ocurre en estos casos de negocios sustentados en el abuso, la liberación sexual que Hugh Hefner lideró era una liberación que beneficiaba a unos pocos: generalmente hombres y con dinero.
Parte de su agudeza empresarial consistió en revestir la degradación femenina de cultura y moda, para conseguir que la softporn fuera socialmente aceptada.
Hofner introdujo un concepto socialmente aceptado de pornografía decorada de buenas firmas y transmitió una comprensión dañina de lo que significa ser hombre y ser mujer. Una visión equivocada en donde ser hombre se define por la cantidad de mujeres atractivas que le rodean y ser mujer consiste en ser atractiva para complacer al hombre, rico y exitoso, que tenía derecho a jugar con mujeres atractivas como con piezas desechables.
Con el fallecimiento de este magnate se nos brinda la ocasión de hacer balance sobre los frutos amargos que esta supuesta liberación sexual produce. Tal vez es el momento de descubrir de nuevo la verdadera dignidad del hombre y de la mujer