Adicción El alcohol no cura heridas, las hace
climáticas y en otros ha tenido una finalidad únicamente lúdica.
Actualmente también goza de una finalidad económica, pues es un rubro muy lucrativo para los empresarios que se dedican de alguna manera a su producción o distribución y, además, genera una gran cantidad de impuestos para el Estado.
En América hay evidencia de la fermentación de bebidas para su posterior consumo desde antes del contacto con Europa. En Honduras, antes de toda la legalización e industrialización del alcohol, se hicieron famosos los fermentos conocidos como “chichas”, entre otras bebidas espirituosas que han estado presentes en nuestra historia.
Hay culturas que han adoptado algunas bebidas y las han hecho parte de su cultura, son prácticamente de uso cotidiano y si no cotidiano, son parte año con año de las celebraciones. Incluso hay festivales muy grandes y coloridos que tienen como finalidad mostrar al mundo esta dimensión cultural. Con esto quiero decir que es un acto socialmente normalizado, y en consecuencia aceptado, pues ha formado parte de las costumbres de la humanidad casi desde que somos cultura.
El problema surge cuando el consumo de alcohol en una sociedad destruye vidas y familias completas. Cuando provoca los accidentes de tránsito que semana a semana invaden los noticieros, cuando genera un tiroteo o una lucha que acaba en puñaladas, cuando son la semilla del maltrato hacia un cónyuge, cuando deteriora la salud del consumidor o es la génesis de la declive laboral de un ciudadano. En otras palabras, cuando significa un deterioro de la ciudadanía.
Lo cierto es que parece que muchos de los hondureños no enfrentan con madurez el consumo de bebidas alcohólicas. Es un hecho que puede tener una relación directa o no con la edad. La adicción y el consumo desmedido se han popularizado y en algunas ocasiones es hasta celebrado, me atrevo a decir que al menos entre la población ponerse ebrio es una forma de conseguir prestigio encubierto, ser el héroe de la noche; las bo- rracheras se cuentan con orgullo. Se nos ha querido vender como parte de nuestra cultura, sin embargo, es algo que se nos sale de las manos, y que año a año parece generar aún más problemas sociales.
Según las estadísticas del mismo Ihadfa, casi la mitad de la población joven de Honduras consume bebidas alcohólicas y comienza a consumirlas a los doce años de edad, aun cuando la legislación lo prohíbe, la situación no puede clasificarse como menos que grave. Se puede enumerar un rosario de consecuencias que son muy conocidas por todos, pero lo cierto es que parece que el alcoholismo como enfermedad y la no educación sobre él, nos está echando a perder el país
La adicción y el consumo desmedido se han popularizado y en algunas ocasiones es hasta celebrado, me atrevo a decir que al menos entre la población ponerse ebrio es una forma de conseguir prestigio...”.