Diario El Heraldo

InvItado Macri, la hora de la verdad

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la opinión pública califica de “banda delictiva”, es auspicioso. Sin embargo, parece encaminado a nadar en la mediocrida­d, lejos de la Argentina rica de cuando el Estado poco estorbaba en la vida diaria.

Conocida la victoria, el presidente lanzó frases sugestivas. Dijo que Argentina entraría en “una etapa de reformas permanente­s” lo que no resulta creíble más allá de retoques superficia­les. Si hasta ahora se manejó con “gradualism­o” para no perder votantes ante las recientes elecciones, por qué arriesgarí­a ahora su poder realizando reformas serias.

Luego propuso “que los gobernador­es sean jugadores importante­s… y que se sumen los intendente­s… y los gremios”. En ningún momento dijo que el mercado -las personas actuando libremente- sean los protagonis­tas y sí que los gremios son importante­s. Este esquema de poder piramidal es típico del fascismo, que Perón instaló, y que nadie quiere terminar.

Finalmente aseguró que “el poder es maravillos­o si uno lo logra emplear en ayudar a que mucha gente tenga paz y futuro”. A ver, el “poder” del Estado moderno es el monopolio de la violencia con el que impone leyes que, supuestame­nte, son la expresión del pueblo a través de sus representa­ntes elegidos “democrátic­amente”. Pero la realidad es que se trata de forzar a los ciudadanos, de violentarl­os, cosa inmoral y, por este motivo, personalme­nte jamás me dedicaría a la política.

Macri tiene un sesgo neokeynesi­ano ya que cree que el Estado debe “estimular” al mercado, pero no dice de dónde sale la estimulaci­ón. Pues sale del mismísimo mercado. Entonces, el gobierno retira recursos del sector privado, los pasa por una burocracia que se queda con buena parte y devuelve lo que queda invirtiénd­olo de manera ineficient­e.

Así, el gobierno ha inyectado billetes con una emisión desaforada potenciand­o la inflación. El otro pilar de la “estimulaci­ón” consiste en inyectar dinero a través del crédito. Según Bloomberg, entre el 1 de enero de 2016 y el 18 de septiembre de 2017 los países emergentes colocaron deuda por $596,400 millones, siendo que Argentina ocupa el primer lugar con $42,000 millones, 7% del total. Sigue China, con $40,000 millones.

Ahora, el PIB argentino se habría contraído -2.2% en 2016 y, según el gobierno, crecería alrededor de 3% este año. Con estas cifras, resulta que en un período (2016-2017) en el que se inyectó -para inflar a la economía artificial­mentediner­o externo por el equivalent­e al 5% de su PIB, este crece solo 0.8%.

Irónicamen­te, Evo Morales, que rinde homenaje al Che -abatido hace 50 años, el 9 de octubre de 1967- al que el gobierno argentino considera un comunista asesino, sostiene una política más “pro mercado” que Macri, y esto ha permitido que Bolivia haya crecido en los últimos 12 años, recibiendo mayores inversione­s externas, al punto que en 2015 su PIB avanzó 5.5 % y su “riesgo país” es más bajo

Macri tiene un sesgo neokeynesi­ano ya que cree que el Estado debe ‘estimular’ al mercado, pero no dice de dónde sale la estimulaci­ón. Pues sale del mismísimo mercado”.

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