Laura bermúdez y samantha hernández, dos mujeres que reclaman su lugar en el cine
Pasión El trabajo de las dos realizadoras es una prueba contundente de su compromiso por hacer crecer el cine nacional con un trabajo de calidad que cuenta realidades, que denuncia injusticias, que es un llamado a la sociedad
Ellas hablan con la seguridad de dos personas que creen en lo que hacen, que confían en que mejores tiempos vienen para el cine nacional y que ellas trabajarán para que sea posible.
Laura Bermúdez y Samantha Hernández hablan con pasión desde ese espacio que llaman Papalote Films, donde han surgido apuestas que dan muestras de que ahí hay talento y compromiso por hacer las cosas bien. Ambas realizadoras han marcado la trayectoria del Festival Internacional de Cortometrajes EL HERALDO.
En 2015, Bermúdez recibió emocionada los premios a Mejor documental y dirección por “Tres al vuelo”. En 2016, Hernández repitió la experiencia en las mismas categorías por su corto “Merlo”, y este año ambas lo volvieron a hacer al recibir los mismos premios por “Oro y miseria”. Esta dupla está imparable...
Pero ¿cómo fue que se interesaron por el cine documental? Laura Bermúdez cuenta que su primer amor en el arte fue la fotografía. A los 18 años comenzó a formarse en el área, paralelo a su iniciada carrera de Medicina. A los 19 viajó a Europa a hacer un voluntariado y ahí hizo clic con el cine documental, al regresar entró a la licenciatura de Comunicación y Publicidad, la única opción ante la carencia de una carrera de cine en el país. En las aulas y fuera de ellas se acercó a personas que la introdujeron en este arte de contar historias que la ha conquistado y formado, y ya pasaron diez años de eso.
Si de Samantha Hernández hablamos, su contacto con el arte comenzó cuando era niña. En su etapa universitaria como estudiante de licenciatura en Comunicaciones y Publicidad no tenía muy claro a qué iba a dedicarse, aunque ahí fue que comenzó a sentir ese interés por la producción que la llevó a conocer a otras personas involucradas en el cine y posteriormente al Festival de Cine Ícaro, donde participó con un corto producido por un colectivo de realizadores. Esa experiencia fue motivadora, y poco tiempo después llegó el Festival de Cortos EL HERALDO, donde figuró como productora del corto ganador “El profe”, un trabajo que podrá ver dentro de 50 años y que seguirá haciéndola sentir satisfecha.
La construcción de su trayectoria
El Festival Ícaro y el de cortos de EL HERALDO han sido un parteaguas en la carrera de las dos realizadoras.
Laura Bermúdez tiene claro que su lugar en el cine es el de directora de documentales, y luego de haber probado con cortometrajes está lista para realizar largometrajes.
Samantha Hernández continúa con la exploración de sus dos facetas como productora y directora, aunque tiene claro que le
interesa el cine de ficción y el documental. Dijo que 2018 lo dedicará a formarse más en la segunda área.
“Hay un panorama muy interesante, pienso que el Festival de EL HERALDO ha cumplido un papel muy importante... mucha gente empezó a despertarse, a hacer cortometrajes, y el cortometraje es esencial para un cineasta, no hay que lanzarse a hacer un largometraje, no, hay que practicar”, señaló Bermúdez.
Ambas reclaman con su trabajo un lugar en la naciente y creciente industria del cine en Honduras, y al ser mujeres el reto es mayor, porque el cine sigue bajo el dominio de los hombres.
Pero ellas han hecho acopio de la determinación y la constancia para abrir sus propios espacios, al igual que otras como Katia Lara, Esther Andino y Violeta Mora. “Aquí hay un espacio para mujeres que nadie nos lo abrió, nosotras decidimos dirigir, yo me autonombré cineasta documentalista y directora, nadie me lo dio, yo lo dije. Siento que hay una voz femenina en el documental en Centroamérica, y Honduras está punteando. Las mujeres tenemos que exigirlo, no debemos esperar a que nos den oportunidades”, dijo Bermúdez.
Hernández lo reafirma, en un país donde la mujer desde que nace ve allanado su camino por la falta de confianza, es necesario comenzar a construir el camino de la seguridad en su trabajo, “pensar que tu historia y tu película debe ser contada”. Ahí cobran relevancia los festivales, para fortalecer la confianza, reconocer lo que se hizo bien y cuestionarse
lo que está mal.
Luego saltamos a ese juego de oportunidades y barreras a nivel regional, donde vemos una Centroamérica que no ha logrado unirse en el cine, y ya lo decía Joaquín Ruano, uno de los jurados del Festival de Cortos de este año, que hay que dejar de hablar de un cine nacional para hablar de uno regional “como una condición para sobrevivir”. Las realizadoras lo saben y apelan a esa unidad para fortalecer el trabajo. “Sí hay barreras, pero si nos conocemos vamos a sentir ese espíritu de una Centroamérica unida, hay que aprovecharse de eso, el cine centroamericano está en auge”, expresó Bermúdez.
En Honduras nadie vive del cine, Laura y Samantha lo saben, pero aún así están dispuestas a luchar para que esto cambie, y al igual que ellas, otros ven el futuro del cine en el país arropados por la misma confianza