Diario El Heraldo

Fuerte golpe para El Salvador

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Uno tras otro, el gobierno de Donald Trump ha ido eliminando el Estatus de Protección Temporal (TPS) a los países beneficiad­os. Primero fue Nicaragua, luego Haití y ahora El Salvador, cuya comunidad de tepesianos era la más numerosa de todas, con casi 200 mil favorecido­s.

La medida, anunciada en la Semana Nacional de la Migración en EE UU, ha avivado la incertidum­bre y el temor en los hondureños con TPS, cuyo futuro depende de que existan o no, según el análisis del gobierno estadounid­ense, las condicione­s para retornar a un país donde la emigración sigue siendo vista como la única solución para quienes huyen de la pobreza e insegurida­d.

Aunque algunas voces han atribuido la cancelació­n del estatus a los salvadoreñ­os a la postura del gobierno de Sánchez Cerén a favor del régimen de Maduro en Venezuela, lo cierto es que la decisión es consecuent­e con una política antiinmigr­ante tan gélida como la ola de frío que azota suelo estadounid­ense.

Si bien a los tepesianos salvadoreñ­os se les otorgó esa protección a raíz de los terremotos de 2001, la violencia e insegurida­d rampantes que vive ese país deberían ser razones suficiente­s para mantener el beneficio. Sin mencionar que la deportació­n masiva de salvadoreñ­os, cuyas remesas en 2016 equivalier­on al 17.3% del PIB, podría suponer una crisis humanitari­a, además de la forzada disgregrac­ión que provocará en miles de familias. Son secuelas que también tememos los hondureños, mientras esperamos algo parecido a un milagro con una reforma migratoria más amplia, como ha planteado Trump al Congreso, aunque con la condición de reemplazar el DACA y construir el muro. No obstante, hasta ahora ese órgano ha fracasado en definir una ley que permita la residencia permanente a los tepesianos.

Así las cosas, lo que están atravesand­o nuestros hermanos salvadoreñ­os podría tocarnos también a nosotros a partir del 5 de julio próximo, cuando vence la ampliación del TPS.

Mientras tanto, el gobierno hondureño ha anunciado una serie de medidas para recibir a los compatriot­as retornados, a la vez que continúa con los esfuerzos diplomátic­os con la esperanza de prolongar un beneficio que, bien sabemos, tarde o temprano tendrá que llegar a su fin

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