Diario El Heraldo

El reemplazo de los “ataúdes rodantes”

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La sustitució­n gradual de los buses amarillos que circulan en la capital es una buena noticia para las más de 800 mil personas que a diario utilizan el transporte público. Aproximada­mente 1,300 unidades circulan en la ciudad, de las que unas 300 urgen de reemplazo, según los mismos transporti­stas. Y es que algunas tienen más de veinte años de servicio, lo que las convierte en un peligro andante.

Según el anuncio que ha hecho la dirigencia del transporte, la primera flota de cien buses procedente de México llegará al país antes de mayo próximo. Los autobuses dispondrán de cámaras de seguridad, botones de pánico y el mecanismo de pago de tarjeta, medidas que se vienen anunciando desde 2014 y que están contemplad­as en la nueva Ley de Transporte -aprobada en 2015- para brindar mayor seguridad a los pasajeros y transporti­stas, en un rubro que es uno de los más azotados por los extorsiona­dores y la delincuenc­ia común.

Los fondos provendrán de la deuda en el pago del bono a los transporti­stas -el último que les será reconocido tras eliminarse los subsidios en 2017- que asciende a unos 1,350 millones, de los que más de 360 millones serán para la compra de las unidades y el resto se distribuir­á en talleres, terrenos, tecnología y seguridad.

Por supuesto, mejorar la calidad y seguridad en el servicio de transporte público no es cuestión nada más de que se adquieran buses nuevos, sino de poner orden a la corrupción y anarquía que ha habido durante años en este sector con la entrega de permisos de operación al mejor postor y la proliferac­ión de unidades ilegales. Pasa también por la certificac­ión de los trabajador­es que transporta­n a niños, mujeres y hombres, por el cumplimien­to de las reglas de tránsito y un trato digno a los pasajeros.

Esperemos que estos cambios que se anuncian de la flota vehicular, la segunda de los últimos años después que los “rapiditos” vinieron a desplazar gran parte de los buses amarillos con un considerab­le aumento al precio del pasaje, no signifique­n otro zarpazo más al bolsillo de los castigados usuarios. Que ahora sí se empiece a ver una mejoría en un servicio que tiene enorme impacto en la calidad de vida de la población

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