Niños héroes
Así se designa a los jóvenes cadetes del Castillo de Chapultepec, México, que prefirieron morir antes que rendir el pabellón nacional a los invasores estadounidenses en 1847. Su patriotismo es exaltado por su valor y dignidad enfrentando a la muerte. También en nuestro país contamos con ejemplos de infantes que con su trabajo cotidiano aportan ingresos para la subsistencia familiar, aun cuando deberían estar formándose académicamente. Las limitaciones económicas, el abandono de la madre por parte del progenitor y la falta de visión de los padres son factores que contribuyen a esta lamentable situación. Los niños y jóvenes migrantes que se adentran en lo desconocido y peligroso para reunirse con su familia o que huyen de la violencia rehusando integrarse a las maras son también auténticos héroes anónimos. Hoy la nación está conmovida por el asesinato de José Esteban Flores, de 11 años de edad, acaecido en Celaque, Lempira, quien ofrendó su vida para impedir que su hermanita fuera víctima de la violación pretendida por un sátiro. Su familia hoy está de duelo, agobiada por esta terrible tragedia. Que la justicia sea aplicada contra el homicida, si bien su condena no logrará restituir la existencia de este preadolescente.
Nuestra niñez y juventud experimentan situaciones de riesgo incluso al interior de sus familias, expuestos al maltrato, abuso físico y psicológico y explotación económica cuando son obligados a practicar la mendicidad. En los centros educativos, los traficantes de drogas buscan inducirlos al consumo con el fin de lograr más clientes. En ocasiones se ven sometidos al acoso e intimidación por parte de compañeros de estudio. La forja de valores éticos y morales debe iniciarse desde temprana edad para desarrollar integralmente personalidades conscientes de sus deberes y derechos, responsabilidades y obligaciones. El ejemplo dado por los padres es clave para este propósito.
Que el sacrificio de José Esteban no haya sido en vano; que hechos dramáticos como ese no vuelvan a repetirse y que sirva como un aldabonazo en la conciencia nacional, en ocasiones adormitada e indiferente ante el dolor del prójimo