El santuario sagrado que reta el tiempo
Machu Picchu, una de las siete nuevas maravillas del mundo, atrae como imán a más de 1.3 millones de turistas nacionales y extranjeros. Sus vestigios, que datan del 1300 DC, siguen erguidos como mudos testigos de su historia
En un viejo tren de Inka Rail o Peru Rail o a pura huella de tenis, remarcando las ferrovías por más de dos horas, esas son las únicas dos formas de acceso al santuario histórico más impresionante de Perú. No importa cómo se llegue, el tesoro a conquistar con la retina y atesorarlo en la memoria vale la pena la inversión o desgaste físico. Es esa “Montaña vieja”, como se traduce Machu Picchu, y su misterio incaico escondido entre gigantescas rocas, el imán que atrae cada año a más de 1.3 millones de personas de todas partes del mundo.
La historia registra que este tesoro fue construido allá por 1438.
Todo comienza en el país de destino. Sí, para asegurarse los boletos de entrada al parque y del tren se deben adquirir en línea antes de salir de casa. Ya puesto en la ciudad de Cuzco, la cosa se puede complicar debido a la impresionante demanda de ticketes para ingresar al monumental sitio de antaño.
De entrada lo espera Cuzco, una ciudad con extravagante riqueza arqueológica y cultural que presume hasta en las fuentes de agua, en donde se acercan tímidas cholitas, vestidas con sus trajes típicos y cargando un par de llamas bebés, para la respectiva foto del recuerdo del turista.
Embobado con el escenario multicolor, pero sin desviarse del objetivo, el primer tramo a recorrer es de Cuzco a Ollantaytambo ya sea vía tren, bus o taxi.
Después de dos horas de camino en Ollantaytambo se encuentra otra estación referente: Hidroeléctrica, donde empieza el recorrido de nueve kilómetros al pueblo de Aguas Calientes.
Aquí es la zona cero, el turista decide si paga 30 dólares en el tren, equivalentes a 700 lempiras, o alista las piernas para la fascinante travesía hacia las montañas de Machu Picchu.
La falta de una carretera directa al santuario inca, en lista de Patrimonio de la Humanidad, es intencional. La idea es que el vi-
Machu Picchu es considerada una obra maestra de la arquitectura yla ingeniería.
sitante disfrute del clima cálido y húmedo durante el día y muy fresco que puede descender hasta los 12 grados centígrados por la noche. Además por su carácter de reserva nacional, es sensible a la aglomeración de gente.
A pesar de ser el mayor destino turístico de Perú, la antigua ciudad atribuida al gran emperador Pachacútec, cuyas ruinas datan del 1300 DC, tiene un máximo permitido de visitas por día.
¡Ahh! Pero en Aguas Calientes hay otra historia que contar. Si no quiere perder su turno debe madrugar a la estación de buses ecológicos que suben a la montaña. Solo salen 20 unidades a partir de las 5:00 AM. Como si fuese un vuelo internacional de aeropuerto, debe estar dos horas antes afuera de la estación, soportando el calador friíto de la madrugada.
Luego de 15 minutos, finalmente el visitante está en la entrada del mayor santuario inca del mundo.
Adentro es una maravilla de 530 metros de largo por 200 de ancho.
“Tenemos dos grandes zonas: la agrícola y la urbana. La primera, formada por terrazas de cultivos y la segunda era donde vivieron sus ocupantes incas”, relata a través de un megáfono Jonathán, el guía turístico número 7.
No parece haber pasado millones de años por el lugar. Los andenes, pasadizos y grandes escalones construidos sobre la ladera a base de piedras, arcilla y tierra de cultivo, lo remontan a la época, tanto que da la impresión de que los muros hablan y escuchan o se cree ver de reojo a algún inca en plena labor agrícola.
El Templo del Sol, la Residencia Real, la Plaza Sagrada, el Grupo del Cóndor... siguen ahí, media heridas por el paso de los años, pero muy erguidas como mudos testigos de una gran cultura