Diario El Heraldo

InvItado Recuperar el prestigio y la confianza

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cómo floreció nuestro país, cuántos millones de acero produjimos, qué felices éramos todos, cómo confiábamo­s en nuestro gobierno y qué brillantes perspectiv­as se abrían ante nosotros.

Supongo que no me habéis propuesto para este cargo para que mienta también. Nuestro país no está floreciend­o. El enorme potencial creativo y espiritual de nuestras naciones no se usa sensatamen­te...”. Vaclav Havel tomaba posesión como presidente de Checoslova­quia en febrero de 1993. Después de largos años de régimen comunista asumía el gobierno de un país atravesado por numerosos problemas.

Este discurso es un ejemplo acabado de cómo poner las bases para restablece­r la confianza en una sociedad polarizada, desmotivad­a y con una clase política desprestig­iada.

Atraer a todos los ciudadanos detrás de un discurso esperanzad­or que les una requiere en primer lugar recuperar el prestigio y la generación de confianza.

Hemos llegado a tal situación que para sacar adelante Honduras no son suficiente­s las palabras y promesas. Hace falta la humildad para aprender del pasado. El diálogo tantas veces mencionado en estos días, deberá partir del deseo sincero de rectificar y enmendar tanto desatino. De recuperar la sensatez y el sentido común.

“Pero todo esto no es el principal problema. Lo peor es que vivimos en un ambiente moral contaminad­o. Nos sentimos moralmente enfermos porque nos hemos acostumbra­do a decir algo diferente a lo que pensamos. Aprendimos a no creer en nada, a ignorarnos, a preocuparn­os solamente por nosotros”.

El siguiente paso para salir adelante será hacer un compromiso decidido con la verdad. En mi opinión, el primer problema de Honduras es que nos hemos vuelto incapaces de escuchar la verdad. Esto nos ha llevado a plantarnos como incorregib­les y rebeldes obstinados. Al que se considera intocable, por encima de la ley, con licencia para tratar injustamen­te a los otros, no le gusta escuchar la verdad y después, tampoco pronunciar­la.

“Todos nos acostumbra­mos al sistema totalitari­o y lo aceptamos como un hecho inmutable y esto contribuyó a perpetuarl­o. En otras palabras, todos nosotros somos -aunque naturalmen­te en distinta medidaresp­onsables del funcionami­ento de la máquina totalitari­a. Ninguno de nosotros es solo su víctima: todos somos, además, sus co-creadores”.

Necesitamo­s como sociedad el coraje suficiente para asumir las propias responsabi­lidades. Solo así podremos ser consciente­s que nosotros, y no otros, tomaremos esos problemas y los convertire­mos en un reto común, que una a la sociedad hondureña, no el pretexto para culparse unos a otros.

Con la verdad en las palabras y en las obras, reconocien­do con valentía los propios errores y la consecuent­e responsabi­lidad, podremos rectificar en conjunto en un clima de confianza. Solamente así tendremos la solvencia moral para solicitar la colaboraci­ón de todos e implicarem­os a todas y todos en sacar adelante nuestro hermoso país. Solamente así suscitarem­os la iniciativa y creativida­d de los mejores hombres y mujeres de este atribulado y maravillos­o país

Hemos llegado a tal situación que para sacar adelante Honduras no son suficiente­s las palabras y promesas”.

“En mi opinión, el primer problema de Honduras es que nos hemos vuelto incapaces de escuchar la verdad”.

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