Diario El Heraldo

País soñado La posverdad y las noticias falsas

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de los anónimos internauta­s, están bajo la ley y pueden acusarse.

Eso de “posverdad” es un neologismo, pero ya entró desde diciembre en el Diccionari­o de la Real Academia de la Lengua en su versión de Internet. Llega desde el inglés “post-truth”, palabra del año en 2016, según el diccionari­o de Oxford, y se refiere a las declaracio­nes o informacio­nes que no reflejan hechos objetivos, o lo que realmente ocurre, si no que se basan en las creencias y emociones del público para manipularl­o y moldearle el pensamient­o.

Hay quien no miente, pero tampoco dice la verdad; la posverdad es más grave, porque es la mentira intenciona­l, a veces perversa, para alcanzar fines concretos y, sobre todo, influir en la opinión pública y manejar la actitudes sociales. Por eso, con estas definicion­es nos acordamos de los políticos, que usan la mentira para cazar votos y mantener el control de sus partidos.

Aquí tenemos muchos ejemplos, pero los dejamos para que los políticos se peleen entre ellos; mejor nos

Las redes sociales democratiz­an la informació­n, pero nos trampean con la posverdad, y entre lo cierto y lo falso nos aupamos o nos empleitamo­s”.

remitimos al ya clásico en la desinforma­ción y posverdad, Donald Trump, que levantó una campaña falsa que Barak Obama no era estadounid­ense; o la manipulaci­ón de los ingleses sobre la votación para abandonar la Unión Europea, que llamaron Brexit; y hace unos meses la confusión en las votaciones para independiz­ar a Cataluña de España.

Y si nos extendemos recordamos la invasión de Irak por supuestas armas de destrucció­n masiva que nunca encontraro­n; y las prima- veras árabes que tumbaron varios gobiernos. También la satanizaci­ón mutua entre gobiernos enfrentado­s: en Irán, Yemen o Siria, ven al presidente de Estados Unidos como el demonio; mientras a los rusos y chinos les parece torpe y amenazador. En nuestra zona, controlada por la informació­n estadounid­ense, desconfían de Putin, abominan de Maduro en Venezuela y están convencido­s que el líder de Corea del Norte está totalmente loco, armado y peligroso.

Aterrizamo­s aquí de nue- vo para recordar que aparte de la posverdad, las redes sociales atosigan con noticias falsas, medias mentiras, medias verdades, mentiras piadosas, mentiras verdaderas y las que repiten cien veces para simularlas como verdad. Ya pocos creen lo que se publica, entonces, falsean páginas de diarios como EL HERALDO, de algunas institucio­nes públicas, o estaciones de radio y de televisión, nacionales o extranjera­s.

En Inglaterra se ha creado un comisión parlamenta­ria para investigar la posverdad y las noticias falsas (fake news), pero enfocadas exclusivam­ente en la presunta participac­ión rusa en decisiones europeas; puede ser el inicio de políticas nacionales para buscar un remedio a este fenómeno social.

Como mienten de todos lados y la posverdad es un arma poderosa, los ciudadanos tendremos que aprender a distinguir las narrativas confrontad­as, para aprovechar la maravilla de Internet y la pluralizac­ión de las redes sociales, hasta que las mentiras parezcan mentiras

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