Mora y hurto de agua en la capital
Cada cierto tiempo, las autoridades del SANAA anuncian “intensos operativos” contra el hurto de agua y la mora de los clientes que reciben legalmente el suministro del vital líquido. Datos recientes proporcionados por esa institución revelan que el 33 por ciento de las conexiones en la capital son clandestinas, incluyendo zonas de clase media como Lomas del Mayab, residencial Venecia y Alessa. Así, mientras algunos capitalinos que habitan en zonas marginales a las que ni siquiera llega el servicio deben comprar agua más cara que en un hotel cinco estrellas, otros en zonas residenciales están morosos con tarifas de entre 78 y 300 lempiras -que ni siquiera representan el valor real del agua- o, peor aún, están conectados a la red de abastecimiento de manera ilegal.
Solo en el último semestre de 2017, las autoridades detectaron 200 pegues clandestinos; mientras que las cifras por mora de los capitalinos ese año eran de 155 millones de lempiras.
Por un lado, resulta evidente la necesidad de endurecer las penas contra quienes hurtan agua; y por el otro, que es pasmosa la parsimonia del SANAA frente al problema de los abonados morosos al grado de que se acumulen tales cantidades millonarias. Pero, además, existe otra realidad que impacta negativamente: la inseguridad generada por las maras y pandillas impide que se actualice el número de clientes de las denominadas zonas calientes. Y las juntas de agua pasan más interesadas en la condonación de sus deudas que en informar del crecimiento comercial, administrativo y residencial de sus sectores.
El hurto de agua, la morosidad y el desperdicio, otro grave problema que también debería pasarle factura a los usuarios irresponsables, no deben ser tolerados. El agua es un bien indispensable que impacta más que ningún otro en la calidad de vida de los habitantes. De allí que estar al día con el pago de este servicio debe ser una prioridad para todos. Al final, si no se paga lo que se debe, la empresa opera a medias por la falta de recursos y quien termina sufriendo las consecuencias es la misma población