Otra vez la UNAH
Que el primer día de clases de la UNAH se haya visto empañado por los actos violentos de un grupito es un mal augurio de lo que vendrá. Los moloteros, que se enfrentaron a pedradas con los taxistas que trabajan frente a la máxima casa de estudios, causando daños a la propiedad y paralizando el tránsito en los alrededores, anunciaron que volverán a protestar este día. En apariencia, las causas de estas acciones tienen que ver con la crisis poselectoral en el país, aunque los supuestos estudiantes, de los que el MEU se ha desligado, también pidieron el reintegro de sus compañeros expulsados en 2017 por causar daños a las instalaciones físicas y privar de su libertad a los agentes de una empresa de seguridad, delitos por los que fueron judicializados. Lo cierto es que por la tónica de lo ocurrido ayer se puede inferir que para estas protestas los perpetradores no necesitan tener razones y que la intención no es otra que generar caos e inestabilidad, movidos cual marionetas por hilos no tan invisibles para una mayoría que desde hace tiempo sigue con cansancio estos hechos sin que ninguna autoridad haya podido decir basta ya.
Recordemos que el año anterior, en respuesta a las protestas de entonces, fue aprobado un decreto legislativo para poner fin a la crisis en que se encontraba imbuida la UNAH, que estipula la celebración de elecciones estudiantiles con las que se le da voz a los estudiantes en la selección de las nuevas autoridades universitarias.
Lo que sigue ahora es la creación del Reglamento Electoral y luego las elecciones en sí que se proyectan para el segundo período de este año.
Quienes ahora salen a protestar repitiendo consignas que habían sido superadas con los acuerdos alcanzados, sumando otros llamados que ni siquiera son competencia de la UNAH, evidencian que su intención es mantenerla en crisis.
Al final, los perjudicados son los estudiantes que llegan a la alma máter con el anhelo de superación. Y aunque ciertamente la máxima casa de estudios tiene mucho que mejorar, es la universidad del pueblo, pagada con sus impuestos, con una historia que forma parte de nuestra hondureñidad y en la que se han invertido millonarios recursos con resultados positivos que tampoco podemos negar. Ojalá este mal comienzo quede allí, que el orden se imponga al caos y que prevalezcan los intereses de la mayoría