Letras con fiLo Candorosa inocencia de las redes sociales
Desde que se inició la protesta en Túnez en el 2010, algunos amigos se han congratulado por el papel desempeñado por las redes sociales en la llamada Primavera Árabe. Países en los cuales se dieron sublevaciones masivas en contra de gobiernos impopulares, los movimientos sociales sirvieron de cabeza de playa para intervenciones foráneas en sus asuntos internos. Naciones como Libia y Siria hoy son países devastados por una guerra impuesta por quienes apoyaron y saludaron desde Europa y Estados Unidos la revuelta popular; en otros, la protesta solo permitió la consolidación de gobiernos más represivos.
Irak fue invadido por Estados Unidos en una guerra que se presentaba como la lucha entre el bien y el mal, la misma fue transmitida por las redes sociales y otros medios. Se asesinó a sus principales líderes y las escenas grotescas de muerte eran transmitidas en tiempo real, hecho que era aplaudido por los habitantes del llamado mundo occidental y cristiano.
En estos días se celebró en Kuwait una reunión de países desarrollados con el auspicio de la ONU, el Banco Mundial y la Unión Europea; para esta reunión, la solicitud de las autoridades iraquíes es de 100 mil millones de dólares para la reconstrucción de ese país; sin contar miles de personas que fueron exterminadas a causa de la invasión. Mientras tanto, la democracia y la libertad, al estilo de los promotores de la guerra, tendrán que seguir esperando.
Se ha estado transmitiendo la noticia en las redes sociales de que Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, por usar un suéter carísimo causa indignación en la población. Se apela, en tono lastimero, que es incomprensible que el presidente Maduro use una prenda tan costosa en las condiciones de un pueblo necesitado. La noticia, del uso de un suéter por parte de un presidente, no tendría ninguna trascendencia si no fuera porque en las condiciones de aquel país, como en otras naciones, por razones políticas se hace acopio de la apología del odio y al descrédito.
En las redes sociales, lo insignificante se vuelve trascendental y lo importante se vuelve superficial, las mentiras y medias verdades terminan aceptándose como verdades absolutas. La suplantación de nombres o el uso de anónimos son frecuentes, el enmascaramiento es moneda de curso legal y nadie se responsabiliza por los daños a las personas e instituciones y exigir respeto es constitutivo de violación de derechos humanos.
Una sociedad en la que “cada cabeza es un mundo” y cada cabeza piensa y hace lo que estima conveniente es porque ha perdido toda capacidad colectiva de orientar sus acciones, que es lo mismo decir “sálvese el que pueda”, principio del fin de toda búsqueda del bien común.
Este es un problema que no se resolverá con un decreto, pero el dejar hacer y dejar pasar todo lo que está ocurriendo en las sociedades con las redes sociales es un peligro. El problema es que el desarrollo de las tecnologías en la sociedad capitalista –por sus propias contradicciones-, a pesar de sus beneficios no ha podido unir dos conceptos que deberían ser inseparables: libertad y seguridad
En las redes sociales, lo insignificante se vuelve trascendental y lo importante se vuelve superficial, las mentiras y medias verdades terminan aceptándose como verdades absolutas”.