El recuento de la Semana Mayor
Después de Semana Santa viene el recuento de lo bueno y lo malo que dejó la temporada turística por excelencia, que este año movilizó a más de 3.5 millones de compatriotas, dejó una derrama económica de 7,600 millones de lempiras y una ocupación hotelera de entre el 83% y el 92%, según las cifras oficiales. En esa línea, ningún suceso es peor que aquel en el que se pierde una vida y este año fueron 20 hondureños, 15 por ahogamiento y cinco por accidentes de tránsito, que ya no pudieron regresar a sus hogares. Se trata de eventos lamentables que pesan tanto o más que aquellos producto de la criminalidad -que también pasó factura en la Semana Mayor- si pensamos que se hubiesen podido prevenir, pues como hemos insistido los accidentes no son producto de la casualidad.
Por otro lado, hay que reconocer que estos números trágicos dados a conocer por el Comité Nacional de Prevención en Movilizaciones Masivas (Conapremm) representan una reducción con respecto a 2017, cuando al menos 26 personas perdieron la vida por ahogamiento o accidentes viales, mientras que en 2016 el número de víctimas superó las 40. Es decir que por tercer año consecutivo se ha logrado una disminución de incidencias fatales gracias, en parte, a la labor de las 23 organizaciones de Conapremm, cuyo personal trabajó mientras la mayoría vacacionaba, y también a una mayor conciencia de la población. Por supuesto, lejos se estuvo de la meta esperada de cero muertes, pero es un logro del que debemos tomar lo positivo y reflexionar sobre lo negativo para hacer los cambios pertinentes de cara a las vacaciones de octubre, que generan también una movilización masiva de personas.
Con respecto a los accidentes de tránsito, se logró también una reducción significativa con 38 percances menos con respecto al año anterior, cuando se registraron 62 a nivel nacional.
Ningún esfuerzo por preservar la vida, generando conciencia y dando las alertas necesarias, está de más y los resultados obtenidos este año son como una luz de esperanza.
El compromiso, la voluntad de servicio y el trabajo coordinado de las instituciones rinde frutos y aunque todavía se espera mucho más, nos da una idea de cuan mejor podrían ser las cosas si esa disposición fuera permanente