¿Los impuestos a los refrescos funcionan? ¿Qué pasa con los precios?
primera ciudad de EE UU que aprobó un impuesto a los refrescos gravable a los distribuidores, un impuesto de un centavo por onza que se instituyó en marzo de 2015. Encontramos que gran parte del costo del impuesto no pasa a los consumidores y el consumo no se está reduciendo de manera significativa.
Menos de la mitad de los supermercados cambiaron el precio de los refrescos en respuesta a ese impuesto y los precios en las cadenas de farmacias no cambiaron en absoluto; tampoco el consumo.
Comparamos el precio y los cambios en el consumo de las siete tiendas en Berkeley con decenas de tiendas en California que no están en el área de la bahía, y con otras decenas más fuera del estado.
A menudo se asume que el éxito de los impuestos federales y estatales al tabaco y el alcohol pueden replicarse como impuestos locales a los refrescos. Pero un impuesto a los refrescos a nivel ciudad es fácil de evitar si los consumidores pueden comprar fácilmente los refrescos fuera de ella, como sucede en Berkeley, donde la mayoría de los trabajadores salen de la ciudad para trabajar.
Además, el refresco es diferente del tabaco y el alcohol, y también se vende de manera distinta. Muchos consumidores compran refrescos como parte de sus compras de despensa semanales, y los minoristas que enfrentan un impuesto a los refrescos a nivel ciudad muy probablemente se preocuparán de perder no solo las ventas de refrescos sino también la compra total de muchos de sus clientes que prefieren comprar en una sola tiendas todas sus provisiones e irán a otra parte a comprar refrescos baratos.
Desde que se introdujo el impuesto en Berkeley, impuestos similares se han implementado en ciudades más grandes, como Filadelfia y Chicago, con distintos perfiles socioeconómicos. Puede ser que sus residentes no puedan evitar tan fácilmente el impuesto comprando fuera de la ciudad. Esto puede provocar que los minoristas tomen decisiones diferentes sobre si hacer los aumentos a los precios. Además, si los precios se establecen para ser uniformes en áreas grandes, los impuestos en ciudades grandes o los impuestos estatales pueden ser más eficaces en aumentar los precios al menudeo y frenar el consumo de bebidas azucaradas