Destino Así es Copán imperiAl, Una caminata por la historia de hondUras
Ha pasado mucho tiempo ya desde esa vez que decidí ir por primera vez a las Ruinas de Copán. De hecho era para mí como la cereza del pastel de un viaje que decidí emprender en lo que llaman “la ruta lenca”. Salí desde Tegucigalpa en el carrito familiar: un Elantra 2000 que ha vivido más aventuras que nada, estoy seguro.
En fin. El día que decidí entrar al Parque Arqueológico llegué y pagué un mínimo por ingresar. No fueron más de cuatro dólares por mi condición de hondureño. Los extranjeros pagan más. Me ofrecieron el servicio de guías pero no lo acepté. Lo que realmente quería era constatar lo que a lo largo de los años me habían enseñado en el sistema educativo hondureño sobre Copán y
Dicen los textos de historia que entre estas ruinas, cuando la ciudad tuvo su mayor esplendor, unas 21,000 personas vivían aquí y se estima que pudo haber medido unos 24 kilómetros.
su vuelo imperial. Recuerdo ese día de julio, estaba muy caliente, tanto que caminar era la opción menos atractiva para un tipo como yo. Sin embargo, decidí seguir adelante.
Fui el primer visitante en ingresar al parque y unos guacamayos rojos me dieron la bienvenida. Ellos están tan acostumbrados a las cámaras que no se inmutaron cuando me vieron con la cámara, más bien, siento que me posaban. ¡Buenos modelos! Otros venían llegando al vuelo. Señoriales, espléndidos... no sé, indescriptible para mí. Pero no se puede ocultar una copa de emoción entre la sangre cuando recordás que es el ave nacional de tu país.
Te sorprende ver las ruinas, lo que ha quedado, lo que han restaurado y lo que han conservado.
Fue inevitable no ver las estelas y querer entender algo de lo que allí está plasmado. Increíble. No encontrás palabras ni explicaciones