Destinos
Tailandia celebra su festival con una gran batalla de agua
Si hay una fiesta donde se paraliza todo un país este es el Songkran o el Nuevo Año Budista, que se celebra en Tailandia.
La palabra “Songkran” procede del sánscrito y significa “mover” o “cambiar de posición”. El sol se mueve al entrar en el nuevo año solar, pero hoy en día es sinónimo del Festival del Agua, la fiesta más loca y divertida de la nación asiática.
Los elefantes iniciaron a finales de esta semana en Ayutthaya, la antigua capital del reino de Siam, el tradicional festival del agua, mojando a los turistas encantados de participar en este ritual que celebra el comienzo de la temporada de lluvias.
Turistas tailandeses y extranjeros armados con pistolas de agua han hecho frente a los elefantes, bajo la supervisión de la organizadora del evento, Tawan Sudso, que llama a los elefantes sus “niños”.
“Hoy nuestros niños se divierten y los extranjeros que vienen a Ayutthaya están felices de descubrir una tradición tailandesa tan bonita”, dice entusiasmada.
El nuevo año budista, llamado Songkran en Tailandia, comienzó oficialmente el viernes anterior, pero Ayutthaya, lugar muy turístico situado al norte de Bangkok, dio comienzo a la festividad dos días antes.
Songkran se ha convertido en los últimos años en un desenfreno de gigantescas batallas de agua en las calles de Bangkok, donde las ventas de pistolas de agua y protecciones plasti-
ficadas para los móviles se multiplican en este período de festivo. A rescatar la tradición Pero este año han crecido los llamamientos a retomar la tradición de ir al templo para honrar a los ancianos y verter agua sobre la cabeza de Buda.
Solo en un barrio de Bangkok, la policía dice que está esperando para los próximos días unas 60 mil personas armadas con pistolas de agua para una de estas gigantescas batallas de agua atractivas para los numerosos turistas.
En la vecina Camboya, decenas de miles de miembros del movimiento juvenil progubernamental se reunieron ayer en Angkor alrededor del inamovible primer ministro Hun Sen para celebrar el Songkran a unos meses de unas elecciones polémicas.
El festival generalmente dura cuatro días de intensas palanganadas de agua y culmina este martes próximo. Por las mañanas, los monjes lavan las estatuas de Buda (para rezar pidiendo lluvia suficiente para los campos de arroz).
Durante el festival, los familiares más mayores y los profesores reciben un homenaje de los más jóvenes. Juntando las palmas de las manos, los jóvenes dejan caer agua sobre las manos de sus mayores. A cambio, se les desea buena salud, una larga vida y prosperidad.
Una vez acabada la ceremonia las calles se transforman en pequeñas piscinas y los locales y turistas se juntan para declarar la guerra de agua a todo el que se mueva. Familias se sientan en la calle con enormes recipientes de agua, la perfecta munición para sus armas mortales: cubos, mangueras y pistolas de agua de todas las formas y tamaños. El último día y para cerrar el festival, por las calles principales pasan coches o carrozas con las Miss Songkran, estatuas de budas o reyes, conciertos o karaokes ambulantes, cocinas móviles… todo ello acompañado de gente con muchas ganas de pasárselo bien bailando, bebiendo e invitándote a celebrar esta fiesta.
En Birmania la fiesta se llama Thingyan y, como en Tailandia, marca el inicio de la estación de las lluvias con batallas callejeras a golpe de pistola de agua