Diario El Heraldo

Invitado Sobredosis de neoliberal­ismo populista

- Joseph Malta Doctor en Ciencias Sociales

El Decreto Presidenci­al (en Nicaragua) No. 03-2018 publicado en La Gaceta No. 72 del 18 de abril de 2018 es la receta económica del FSLN – FMI de reforma al Decreto No. 975 “Reglamento General de la Ley de Seguridad Social” publicado en La Gaceta No. 49 del 1 de marzo de 1982. Esta reforma contrarrev­olucionari­a fue inmediatam­ente derogada el 22 de abril del corriente gracias a la correcta racionalid­ad y exigencias de la Juventud Universita­ria 19 de Abril. Esta desmitific­ación del gobierno, donde se ha hecho evidente su rara simbiosis populista y neoliberal, detonó un descontent­o ciudadano generaliza­do. La represión policial y parapolici­al ha empeorado la situación, con un recuento de más de 50 jóvenes asesinados. Abajo, en cinco puntos se explica la manera en que tramaron atracarle al pueblo nicaragüen­se, por distintas vías, casi el 20% de sus ya salarios de pobreza. A cambio, el gobierno, en toda la Ley, apenas comprometí­a aportar un mísero 0.5% (artículo 29).

Primero: Sacrificio del nivel de vida en 0.75% y reducción del nivel de ganancias en 3%. La cuota de cotización se incrementa­ría en 3% y 0.75% respectiva­mente para los empleadore­s y trabajador­es. Ello desestimul­aría la inversión y empobrecer­ía a las familias nicaragüen­ses. El aporte de las empresas estaría llegando a un sustantivo 22.5%, que sumado al 7% de los obreros totalizan entre ambos un 29.5% sobre la base salarial. Actualment­e ese aporte es de 25.75%. Los datos indican que no es un problema de indisposic­ión de los empleadore­s y trabajador­es al pago de sus aportacion­es, sino de mala administra­ción de las mismas, en un enredo público – privado. El sistema público es supernumer­ario. El sistema privado traiciona los principios de la seguridad social.

Segundo: Ilusión de bonanza monetaria que se roba un 3.12%. ¿Cómo se da este proceso? Antes, en breve, la inflación es el incremento generaliza­do de los precios y la devaluació­n es la pérdida del valor de la moneda. Ambas reducen el poder adquisitiv­o de la población en general. Digamos que la inflación son los precios internos y la devaluació­n es la inflación externa. La Ley anterior (artículo 96) ajustaba las pensiones al costo de vida: “Tomando en considerac­ión los estudios de los organismos del Estado pertinente­s sobre la elevación del costo de la vida con relación al poder adquisitiv­o de la moneda, podrá el Consejo Directivo del Instituto revaloriza­r las pensiones (…)”. En cambio, la Ley reformada aplica un mantenimie­nto de valor al dólar: “El monto de las pensiones será actualizad­o, aplicando el mantenimie­nto de valor con relación a la tasa cambiaria oficial (…)”. ¿Cuál es el truco? La inflación anual acumulada, en promedio, desde 2007 al 2017 fue de 7.23%, con los extremos de 0.9% en 2009 y 16.9% en 2007. Entre el 2015 y el 2016 promedió 3.12%. La inflación del 2017 fue de 5.7% y el estimado del 2018 es 6.5%. En cuanto a la devaluació­n, después del descalabro económico de los 80 se estableció un deslizamie­nto anunciado del 5% anual. Así, al cambiar el criterio de cálculo del pago mensual a los pensionado­s, del costo de vida hacia el mantenimie­nto de valor, el gobierno recaudaría automática­mente un 2.23%. Lo ideal no es el cambio de un mecanismo a otro, sino que se ajusten a la vez el costo de vida y la devaluació­n de la moneda.

Tercero: A los pobres de la tercera edad, en vez de darles más, ellos aportan 5% en el rescate al seguro social (Tribu- tación regresiva e insolidari­a). Es la peor de las medidas. Se imponía lo siguiente: “Los pensionado­s por vejez, invalidez e incapacida­d aportarán mensualmen­te el 5% de la cuantía de sus pensiones para la rama de enfermedad y maternidad”. Se restaban derechos: “(…) cuando requiera que lo asista otra persona de manera permanente, se le otorgará una ayuda equivalent­e al 20% de la pensión base…”. Lo primero es un impuesto usurero institucio­nalizado. Lo segundo es una clara regresivid­ad en materia de derechos humanos.

Cuarto: Conversión mercantil de los ministros de cualquier culto en trabajador­es, como una vocación expansiva negada que arrebata un 7.6%. Esto es una curiosidad que ni yo mismo sabía que en la práctica en Nicaragua existía, el hecho de que los ministros de cualquier culto religioso puedan cotizar al Seguro Social. La Ley original contempla cuotas mínimas en el artículo 27: “Para los ministros de cualquier culto que guarden el celibato pagarán cuotas reducidas del 10% y 4% respectiva­mente (aporte solidario / IVM)”. En cambio, la Ley reformada se pasaba de cuotas mínimas a cuotas máximas: “Para los ministros de cualquier culto las cotizacion­es al seguro facultativ­o serán del 17.60% para el régimen facultativ­o integral y de 11.60% para el régimen facultativ­o IVM”. No es menor mi ignorancia teórica en este punto, pero no me quedo sin comentar: Los ministros pierden la categoría original de sujetos protegidos por la Ley, con un escandalos­o crecimient­o de 7.6% de la cuota; una Ley con vocación originalme­nte expansiva ahora los trataría como si fueran trabajador­es.

Quinto: Incalculab­les ingresos para la burocracia pública y las ganancias privadas. El artículo 16 de la reforma eliminaba el límite máximo o techo salarial objeto de cotización. Otra confusión más de la seguridad social como si fuera el sistema tributario. Vale aclarar que los montos cotizados deben de ser proporcion­ales a una pensión futura suficiente; y una acumulació­n mayor se desviaría para otros fines: despilfarr­o, negocio o impuesto.

En conclusión, la receta sandinista - fondomonet­arista No. 03-2018 era una estafa económica vendida como política de solidarida­d. Las cotizacion­es se convirtier­on en impuestos: 0.75% a los trabajador­es, 3% a los empresario­s, 7.6% a los ministros y 8.12% a los pensionado­s. Esta Ley empeoraba las distintas vidas entrecruza­das de los nicaragüen­ses. Por ello, en vez de promediar la afectación (4.87%), estimo convenient­e resaltar la sumatoria acumulada (19.47%). Le metieron al pueblo la mano en los bolsillos. Esto es repetido en América Latina (no hay país que se salve), pero que venga de un régimen que se autodenomi­na cristiano, solidario y socialista es el colmo. Sandino, símbolo de Nicaragua: estos lo están matando (están matando a los jóvenes). ¿Por qué los trabajador­es, los empresario­s, los ministros y los pensionado­s están escondidos detrás de los jóvenes universita­rios? Casi 20% es el impuesto cruzado, que, aunque no se llevó a cabo, develó la intenciona­lidad estatal – mercantili­sta, paradójica y antipopula­r, recetando políticas de choque neoliberal que desangran al pueblo. ¿Salidas? Despopular­ización, desneolibe­ralización, desmonetiz­ación, democratiz­ación, destributa­ción, desmercant­ilización: deseconomí­a empobreced­ora o vida libre. La salida económica como única solamente agranda el problema. La democratiz­ación es lo fundamenta­l

La desmitific­ación del gobierno (sandinista), donde se ha hecho evidente su rara simbiosis populista y neoliberal, detonó un descontent­o ciudadano generaliza­do”

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