un ingeniero devoto... Hoja de vida
Nando fue futbolista de poco nombre y se retiró apenas a sus 21 años. Encontró gusto por el mundo de la electricidad y no es amante del fútbol romántico. “Se da demasiada importancia a la posesión del balón”, confesó el DT
Colgó las botas muy joven, sin hacer ruido se hizo hueco con la pizarra en la mano, llevó a Portugal a su Everest en la Eurocopa 2016 y en Rusia 2018 quiere seguir rompiendo mitos con la selección de Cristiano Ronaldo.
Fernando Santos, el entrenador de la expedición lusa, es de bajo perfil y de efectivos resultados. Gesticula mucho con la boca, tiene una voz grave y, ante preguntas incómodas, muestra sonrisa irónica.
“Portugal no es favorito en principio, pero creo que tiene todas las condiciones y la obligación de luchar por la conquista del título”, dijo.
Ingeniero eléctrico de profesión, casado y con dos hijos, el estratega es un hombre devoto desde que volvió a la iglesia en 1994. Va a misa regularmente, tiene un celo evangelizador que le lleva a hablar de Dios en donde se lo pidan y cada año visita el santuario de Fátima (Portugal). “Mi identificación con María es mediante el silencio. Me arrodillo junto a su imagen y siento su presencia constante; rezo todos los días”, confesó el exlateral derecho.
No jugó en la élite
Jugó en los portugueses Benfica, Marítimo de Funchal y Estoril, pero se retiró con tan solo 21 años. Como futbolista no estuvo en la élite ni mucho menos, pero él lo tiene claro: “No es necesario haber sido un gran jugador para ser un gran entrenador. Dime cuántos futbolistas top han sido entrenadores top. Son la excepción”.
Comenzó como adiestrador en 1987 en el EstorilPraia de su país (87), afianzó su carrera dirigiendo a los tres grandes de Portugal (Benfica, Porto y Sporting) y se pulió en el fútbol griego y en la selección Helénica antes de llegar al combinado portugués en 2014. Dos años después, tocó el cielo al ganar de forma sorpresiva la Eurocopa de Francia.
El lisboense es un estratega contracorriente. No se da mucha importancia ni atosiga a sus jugadores con temas incendiarios ni tampoco se considera un visionario táctico. Es realista, pragmático y ambicioso.
Para él, lo más importante es el resultado y por eso no le incomoda ceder el balón y defender con uñas un marcador. “Se da demasiada importancia a la posesión del balón. El error está cuando queremos que Grecia juegue como España”, argumentó. Y los resultados lo avalan. Hoy tiene el respeto de Cristiano Ronaldo y compañía para desafiar el grupo C (España, Marruecos e Irán) y buscar otra hazaña